Muerte y resurrección de una botarga; versión de un Subcomediante
Afortunadamente y para divertimento de los niños y sus bobos padres, México ha sido prodiguísimo en botargas durante los últimos decenios, por citar algunas: El Chupacabras, El Subcomediante Marcos, La Chachalaca, El Peje, El Fecal, El Cuatemochas, El Epn, El Prian, Los Chuchos, El Juanito de Iztapalapa, La Chayo Ahumada…
I Acto. El primero de enero de 1994 irrumpe en la escena internacional un movimiento armado en algún lugar de la selva chiapaneca, México. Se trata del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, encabezado por una botarga que en principio nadie veía porque todos, en declive el terreno, miraban hacia abajo, cuando en realidad volaba. En cuanto aterrizó, fue registrada al fin.
II acto. Tras bajarse las armas, transcurren 20 años de una serie en la cual la botarga, pese a ella misma, que no lo deseaba, es la protagonista. Roba cámara, pues, y dicta el guión libre y autónomo de la comunidad feliz, aunque siempre acechada por los personajes malvados y gruñones. Se viven capítulos intensos y aun románticos; campañas y contracampañas, etc.
III Acto. Veinte de años después y al nuevo estilo gringo, la vieja telenovela concluye su primera temporada con la muerte de la botarga hecha protagonista a fuerza de la ceguera de los espectadores. Pero, oh agradabilísima sorpresa, una suerte de deux ex machina disfrazada de holograma anuncia la segunda temporada con la reencarnación de la botarga primaria en otra botarga.
Continuará…
Entrevistado sobre la obra, un amargadísimo crítico de tv ha dicho, “…lo que importa es la capacidad histriónica del actor, no el disfraz, la botarga. Ésta, como la del Dr. Simi (muy popular a pesar de todo) y los calzones comunes, se puede quitar y poner cada vez que se antoje” (nos reservamos la fuente a petición del amargado).
Y lo importante es que, con la existencia del EZLN, como señala el poco nada simpático historiador Lorenzo Meyer, se ha propiciado una realidad nacional en la cual coexisten dos ejércitos (tal vez tres), continúa más potente que nunca el salinismo y el neoliberalismo que el zapatismo botarguero o histrión pretendió combatir, y sigue sin resolverse la condición de marginación de los indígenas y mestizos y los pobres del país (bueno, si es que en esa tvnovela montañosa hay algún capítulo que considere al país y no sólo a una fracción por más originaria que sea, pues con toda la indignación y el dolor que se quiera, ya la historia dicta una cosa distinta a lo que no escribía hace 500 años; conceptual y pragmáticamente, quizá ni tanto).
Afortunadamente y para divertimento de los niños y sus bobos padres, México ha sido prodiguísimo en botargas durante los últimos decenios, por citar algunas: El Chupacabras, El Subcomediante Marcos, La Chachalaca, El Peje, El Fecal, El Cuatemochas, El Epn, El Prian, Los Chuchos, El Juanito de Iztapalapa, La Chayo Ahumada…, (como los enmascarados del ring); ya ni en el Times Square de Broadway.
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