lunes, 3 de noviembre de 2014

Hemiplejía e infarto: @ManceraMiguelMx @IvonneOp @lopezobrador_ y @marellanesc 

@FedericoArreoladom 2 nov 2014 15:55
  
 
“El corazón tiene razones que la razón ignora”, dijo Pascal. Si lo sabrá Miguel Ángel Mancera.
Se infartó el jefe de gobierno del Distrito Federal, qué pena. Antes, se había infartado Andrés Manuel López Obrador. El corazón les falló.
Los dos están bien, por fortuna. Pero tendrán que cuidarse. Quizá no van a estar en condiciones de encabezar al PRD y Morena en las elecciones presidenciales de 2018.
La salud ha traicionado a los mejores hombres de la izquierda. La pobre izquierda. Si sus principales políticos han enfermado, los otros, los peores, se destruyen entre sí.
Triste espectáculo el que han dado los perredistas que se culpan los unos a los otros de haber protegido a José Luis Abarca, el prófugo exalcalde de Iguala.
En el PRI y en el PAN todos están sanos. El problema en estos partidos es distinto: la guerra sucia entre sus principales militantes.
En Monterrey, algunos panistas han contratado a un experto en lanzar mierda, Antonio Solá, para ensuciar a la líder en las encuestas, la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes.
Sus propios compañeros de partido quieren a Margarita fuera de combate. ¿Para qué? Parecen simples ganas de perder las elecciones de gobernador del próximo año.
La verdad de las cosas es que si el PAN no le da la candidatura a la señora Arellanes, el PAN pierde.
A Margarita la habían golpeado muy duro los priistas, y había resistido. Le va a costar más trabajo aguantar el ataque al que la están sometiendo sus propios compañeros de partido, en fin…
En el PRI la deslealtad también es terrible.
Uno de los males mayores de la política mexicana es que, cuando un gobierno termina y deja proyectos pendientes, el que sigue no les da continuidad y, por lo general, los abandona.
La exgobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, por falta de tiempo dejó inconclusa cierta obra con la que se iba a detonar el desarrollo en una de las regiones más pobres de la entidad.
Muy cerca de Chichén Itzá se iban a levantar hoteles, campos de golf y hasta un parque de diversiones.
La idea era que los turistas que se hospedan en Cancún no solo visitaran por un día la zona arqueológica, de tal modo de que dejaran ahí algo más que unos cuantos pesos y mucha basura.
Rolando Zapata, el sucesor de la señora Ortega, no solo no le dio continuidad al proyecto, hoy abandonado, sino que claramente ha usado lo que es una falta grave de él, no de Ivonne Ortega, para filtrar información al diario Reforma, en el que han publicado un reportaje que narra varias verdades –que el proyecto lo inició Ortega y hoy no avanza–, pero en el que no se menciona al principal responsable de que la obra sea un desastre: al actual gobernador de Yucatán, Rolando Zapata.
En la nota de Reforma no se acusa a Ivonne Ortega de haber manejado mal los recursos y ni siquiera se cuestiona el proyecto. Solo se dice que la obra, en la que se han invertido 90 millones de pesos, se abandonó.
Lo sorprendente es que en Reforma no se menciona al culpable del abandono, el gobernador Zapata. ¿Por qué? Porque seguramente fue él el que grilló a su antecesora entre los editores del periódico de Alejandro Junco de la Vega.
Los priistas, como los panistas y los perredistas, son expertos en destruirse a sí mismos.
En la izquierda y la derecha son todos iguales.
Bien lo dijo José Ortega y Gasset: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”

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