miércoles, 26 de noviembre de 2014

Renuncia Cuauhtémoc al PRD; debe Cárdenas renunciar ahora a EPN

@NietzscheAristomié 26 nov 2014 08:56
  
 
  Poco a poco, el PRD se “modernizó”, se volvió “dialogante”, le entró  a la transa-acción y se perdió.
En 1988 voté por vez primera en una elección presidencial. Por Cuauhtémoc Cárdenas, naturalmente. Volví a votar por él cada vez que se presentó como candidato presidencial y como jefe de gobierno de la ciudad de México.
Creí entonces en él como político y, sobre todo, en el proyecto que llevaría a la fundación del PRD. El PRD que, conforme se hizo del poder, se burocratizó y finalmente se prostituyó al alejarse de la sociedad, dejar de ser oposición y, de una manera u otra, respaldar a los regímenes malhadados de Fox, Calderón y Peña Nieto.
Si bien el PRD nunca logró ser una entidad liberada de dificultades que le brotaron del hecho de ser un cúmulo de agrupaciones, entre 1988 y 2004 estuvo más o menos cerca de la sociedad y de las causas que le dieron objetivo y origen.
Pero, poco a poco, el PRD se “modernizó”, se volvió “dialogante”, le entró  a la transa-acción y se perdió. Es decir, el PRD se achuchó. Calderón le dio el triunfo a Los Chuchos de manera ilegal (y en vía de hechos, López Obrador los validó  al juntarse con ellos en 2006 y 2012; aunque tardía, su propia renuncia era inevitable), y Peña los hizo fuertes vía el Pacto por México; esa múltiple complicidad. El PRD chucho se volvería así compinche de ambos regímenes.
También Cárdenas se tardó en renunciar al PRD. De hecho, era impensable, de acuerdo a su conducta política cercana a Los Chuchos, que llegara hacerlo. Y quizá la agresión sufrida durante la marcha de octubre pasado por parte de los jóvenes le haya hecho reflexionar sobre la incongruencia de querer ser líder social de izquierda y estar todavía ligado  a un partido ya corrompido; sobre la distancia entre su origen y su presente.
Cárdenas había cometido el error de aceptar el encargo de la celebración del Bicentenario de la Independencia por parte de su burlador, Fox; al cual también terminó renunciando. Hizo mal en reconocer a Calderón. Ha hecho mal en validar a Peña. E hizo mal, si no por cuestión ética o de dignidad, simplemente por representar estos individuos lo contrario a lo que él ha querido históricamente significar.
He sido crítico severo de Cárdenas, pero hoy se debe de reconocer que su acto de renuncia le devuelve algo de la dignidad perdida en el camino. Su permanencia en el PRD valedor del régimen actual, era ya injustificada. Lo mismo va para otros políticos de alto nivel dentro del PRD: tendrían que renunciar inmediatamente a la escoria, a la ruina en que se ha convertido el partido que fue la esperanza de muchos cuando su fundación; si es que no desean verse arrastrados a la infamia y el desastre. Los militantes que no tienen una función burocrática, es probable que ya estén con la renuncia en la cabeza.
Para que Cuauhtémoc Cárdenas recupere cabalmente la dignidad política que llegó a tener cuando rompió con el PRI, deberá de renunciar a Peña Nieto también. Es decir, renunciar y denunciar al régimen actual no sólo por el tema de su interés particular que es la entrega de los recursos energéticos del país, también por la incapacidad mostrada en el gobierno para dirigir soberana y legítimamente las instituciones del estado mexicano, por la incapacidad para ejercer justicia, para combatir la corrupción (en vez de cultivarla), por la indolencia y la ausencia de empatía y cercanía con la sociedad mexicana, por gobernar, en fin, traicionado al pueblo mexicano. Es lo que se esperaría de Cuauhtémoc en estos momentos después de su renuncia al PRD.
Romper con Peña Nieto y su régimen, sería para Cuauhtémoc volver a romper con el PRI, el de “nuevo rostro”; sería una ratificación y una rectificación histórica.

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