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Peña y Padrés: un pacto secreto de complicidad en el caso Yaqui
Por: Alvaro Cepeda Neri / 28 diciembre, 2015
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I.- Por enésima ocasión Peña estuvo en Sonora, donde por millonésima vez le volvieron (“vuelta la burra al trigo”) a explicar el problema de la tribu Yaqui, a raíz del robo del agua del río que surte de agua a la presa en Ciudad Obregón, cabecera del municipio de Cajeme. Conagua –ahora en manos de otro amigo de Peña, supliendo a quien usaba para sus viajes privados los helicópteros de la Comisión Nacional del Agua–, es la institución que se prestó para el saqueo del líquido que debía surtir a los pobladores del Valle del Yaqui. Pero resulta que existen al menos 3 amparos (dos de la Suprema Corte y el tercero de un Tribunal Colegiado), que son resoluciones definitivas para que el acueducto deje de conducir el agua a la capital del estado, pues ésta tiene más de 500 pozos y otro río para sus necesidades. El problema lleva más de 6 años, y Peña debe ordenar al encargado de atender los asuntos de Sonora –el vendedor de Pemex: Pedro Joaquín Coldwell–, como a las titulares de Agricultura y la Semarnap que cumplan con las sentencias judiciales federales que siguen sin acatarse.
II.- Todo surgió cuando desgobernaba a la entidad el corruptísimo panista: Guillermo Padrés. El mismo al que investigan, pero como otros casos, no es consignado para fincarle responsabilidades penales, civiles y constitucionales. En su estadía en Ciudad Obregón, Peña volvió a escuchar lo que le han dicho hasta el cansancio, pero hace como que no recuerda; y le entregaron un expediente que fue a caer a manos del sustituto de Nuño en la presidencia, con copia para el encargado de los asuntos jurídicos del peñismo. Hizo Peña como que escuchó a los representantes de los yaquis y de la sociedad civil obregonense, sin dar signos de que él y su equipo en las dependencias, empezando por Conagua, se sometan a los dictámenes judiciales. Se trata de no resolver el asunto administrativamente y que Cajeme siga privado del líquido, precisamente cuando inicia un nuevo ciclo agrícola. Esto hace suponer que Peña y el tal Padrés tienen un pacto secreto de complicidad y que las decisiones del exdesgobernador son hechos irreversibles.
III.- Mientras tanto, los mexicanos del Valle del Yaqui han de continuar esperando que el peñismo cumpla con los amparos definitivos a favor de que les devuelvan el pleno derecho a utilizar el agua que les siguen robando. Ya los yaquis levantaron su manifestación de protesta. Pero con ella o sin ella, Peña no está dispuesto a cumplir con las resoluciones de los tribunales, no obstante que en sus discursos vocifera acerca de acatar el imperio de la ley. Pero si persiste la impunidad, los pobladores del municipio volverán a la acción para exigir que dejen de robarles el agua. La gobernadora Claudia Pavlovich Arellano ha dicho que para solucionar el problema ha adquirido una desaladora, lo cual es una promesa. Pero, para resolver el problema es necesario dejar de robarse el agua que pertenece al Valle del Yaqui. Peña no entiende que debe someterse al Estado de Derecho que tanto elogia y predica. Y ese Estado de Derecho ordena que dejen de robarse el agua.
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