martes, 17 de enero de 2017

Somos hijos de la crisis. Somos los que escuchan cuentos de tiempos mejores que ni logramos imaginar. Y somos, hasta el fondo, quienes cultivan flores en el desierto, los de la esperanza cuando toda la racionalidad grita que ya no hay nada. Somos la revolución de los abrazos, y hemos de ver éste mundo regenerarse mientras las mayorías gritan "¡catástrofe!", con toda razón. Para eso hemos nacido sin nada qué perder, para eso somos hijos de la crisis, para eso somos los hijos de la virtualidad, para eso hemos aprendido a cultivar flores en el desierto, para eso estamos dotados de la imaginación que nos permite ver mundos que ya no deberían poder existir

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