Silvia Wybo narra una cena de López Obrador con activistas de Guadalajara.
Todo esto también ha de ser una de las causas por las que AMLO aceptó venirFoto: Rodolfo Angulo/Cuartoscuro
Enseguida la crónica completa de Silvia Wybo de la cena en su casa a la que asistieron un grupo de activistas jaliscienses y su invitado Andrés Manuel López Obrador.
A dale y dale hasta que vino AMLO
Por Silvia Wybo
A pesar de que fueron cinco años que estuvimos a dale y dale invitando a López Obrador, cuando por fin dijo "sí", nadie podía creerlo y nos atarantamos, yo más que nadie. Quién sabe si habrá pensado: Ay, ya, voy para que me dejen en paz o si dijo: Voy porque, pobres, tanto tiempo rogándome, o de plano quiso enterarse en cortito de todo lo que pasa en este Jalisco desgobernado por un mono etílico.
El caso es que vino.
A los renegados inusitadamente nos invadió la propiedad, los hombres llegaron de saco, las mujeres, vestiditos lindos y todos muy peinados. Así nos halló el Presidente de México cuando entró en este "Espacio-AMLO", como bautizó mi casa, Benito, uno de mis compañeros desde la campaña.
Y cuando se sentó López Obrador a nuestra mesa de trabajo, lo atarantado se acentuó y enmudecimos. Al rescate, anfitriona, o sea yo, y dije: Pues demos gracias. Y los descreídos abrieron los ojos. -Al Presidente -tranquilicé.
La bienvenida se la endilgamos al pobre de Gilberto Parra, y digo "pobre", porque de verdad, nadie venía preparado. Pero quizás precisamente por ser espontáneas sus palabras, se oyó bien. Y si en las mesas de trabajo nos quitamos el micrófono a la brava, esta vez sólo se veían manos levantadas como en escuela de primaria reprimida.
Todos mis compañeros, gente valiosa, comprometida, se han partido la madre una y mil veces por seguir el movimiento de López Obrador. Marchas, gritos, mentadas a cuanta injusticia nos topamos. Ahí he visto desvelarse a mis compañeros en plantones por la pensión de los viejitos pobres, detener el tráfico porque nadie se ocupa del transeúnte, entrevista con Aristegui por los braceros, ya ni se diga las marchas por la macrolimosna que fue seguida por la mentada de madre que nos propinó el gobernador etílico, pero logramos que la devolviera. Todos a impedir la construcción de la presa de Arcediano que beneficiaría a intereses conocidos y envenenaría a Guadalajara con su agua asquerosa. Y ahí van al Zócalo cada vez AMLO convoca; se suben por cientos a los camiones nocturnos, están y regresan. Así lo hicieron este sábado pasado en que salieron 40 camiones. Todo esto también ha de ser una de las causas por las que AMLO aceptó venir.
Los líderes de estos grupos, que son los que asisten a este grupo, suben al templete cuando López Obrador visita Jalisco. Ellos son los importantes dentro del movimiento. El vocero de López Obrador, Ibarra Pedroza tomó el lugar de nuestro fallecido José Zamarripa y Humberto, tan cercano a uno y ahora al otro. Este jueves 22, en Zapopan, Benito recibió a nuestro Presidente, José Luis Sánchez habló y luego le corrieron hacia este espacio para ganarle a AMLO. Yo los veo a todos tan líderes que a veces se embroncan, pero, en esta cena, parecían ángeles.
Por eso yo pienso que nuestro Presidente debe conocer a todos los grupos del país, como el nuestro (aunque no sean tan preciosos) Este Presidente nuestro es capaz de unir y encantar, aunque para lograrlo tenga que oír, como en confesionario de pueblo, todos los males de la gente y así, como cuando los chiquillos pasan las estampitas que coleccionan, él dice: ya, ya, ya... Todo lo ha de conocer ya tan bien, pero él permite que uno se sienta muy importante contándole tantas broncas.
Sabíamos que se tenía que ir temprano, así que pedí que cenáramos ya y sin más, serví el plato al invitado especial y unos músicos que estaban escondidos tocaron "Los caminos de la vida" que sabemos que es de sus favoritas.
Pero los compañeros no bajaban la mano, algo muy incómodo y más si querían también comer. Así que, músicos, a bajarle al volumen y los compañeros siguieron con sus catarsis, entrega de papeles, libros... Alfonso me dijo quedito que si no sería posible dejar comer en paz al Presidente, y yo dije, sí. Así que otra vez la música.
López Obrador no comió pastel y antes de irse, ¡ámonos!, a dejarnos muy claras las cosas. Los músicos, a callar. Nuestra atención se concentró en las palabras de este hombre que va dejando huella. Casi todo lo que dijo lo habrán oído en el Zócalo este domingo pasado, pero a nosotros nos adelantó algo. De todos modos nos habló sobre los tres partidos que lo han respaldado. Enfatizó muchísimo que tenemos que organizarnos. Me encantó saber que opina que en adelante, la gente que llegue será mejor que no tenga experiencia, sólo compromiso. Que ojalá el pueblo despierte y haya conciencia ciudadana. No me gustó pensar que si no lo destruyen antes, podrá contender para el 2012.
Ufff, no lo destruirán, es un hombre trascendente, como dijo la doctora Luz Cueto. Andrés Manuel sobre eso dijo, en corto, lo que ha dicho en otras partes: que no le obsesiona el 2012, que la izquierda deberá apoyar, llegado el momento, al que esté mejor posicionado en las encuestas, ya sea él mismo o Marcelo Ebrard.
Escuchándolo de cerca, nos convencemos que tenemos que seguir en esta lucha. Al empezar a cenar, había yo encendido una veladorcita roja que él tenía y le pedí que con ella encendiera la mía y yo la del que tenía a mi lado, así simbólicamente todos quedamos con su luz frente a nosotros. Y cuando se fue, no sólo la mesa, pero toda la casa quedó iluminada. Su presencia nos hizo renovar el sentido de lo que hacemos y para qué nos partimos el alma, porque esto vale la pena gracias a este líder, no nos hemos desintegrado y seguimos en pie.
Pero tuvo que irse. Y ahí lo seguimos hasta su camioneta gritándole consignas. Mis compañeras dijeron: ¡Órale a gritar para que todos los vecinos de Silvia se enteren quién estuvo aquí! Mis vecinos son mayoría de panistas así que sentí una alegría morbosa.
¡ES UN HONOR, ESTAR CON OBRADOR!, gritaban todos. ¡PRESIDENTE!, ¡PRESIDENTE!, gritábamos mientras su camioneta blanca se perdía por la calle.
Nosotros entramos otra vez a la casa, ¡nadie había comido pastel! Y los músicos se desquitaron del silencio. Como hechizados, bailamos, cantamos, nos abrazamos. Mi casa, como mecha encendida de una gran vela roja quedó puesta en el altar de la Esperanza y la llama también bailaba como queriendo encender a todos los mexicanos dormidos en la indiferencia y en la ignorancia.
Sólo horas después supe que afuera, se había concentrado una revolución de patrullas, motociclistas, rifles de alto poder y hasta un helicóptero "aluzando" como dicen en Guadalajara, hacia mi casa. Fueron los panistas mitoteros, igualitos a su presidentito y a su violencia. Con tanta mugre violencia se olvidan que existe nobleza y calma igual como estaría nuestro país si no hubiera existido el asqueroso fraude.
Este relato lo hago con todo mi entusiasmo e interés patriótico porque con esta reunión, como dijo Pedro, bien puede abrirse una gran opción para que todos los compañeros de la república se unan a esta experiencia. Que quizás no tengan que hacer cola cinco años y que nuestro Presidente vaya reavivando grupos de trabajo como el nuestro, de hecho, creo que ya ronda algo así en sus planes. Tenemos que hacer algo por este México que el gobierno usurpador nos está dejando tan ultrajado. Y AMLO, con su fascinante sencillez, dijo que sí tenemos remedio y yo sentí que regresaban las palabras olvidadas de mi madre católica que siempre decía: Bendito sea Dios.
Por cierto, compañeros de otros grupos en el país, si invitan a AMLO, no se ataranten, como nosotros, organícense, no inviten a mirones, una bienvenida y más temas de sustento, no se eternicen en lo que cada quien hace, ojo con los chismosos. Y sobre todo, denle de comer ligero, algo así como papaya. ¡Suerte!
C
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