El secretario demandó allanar lo laboral y abrir las telecomunicaciones a la inversión extranjera
Todas las reformas estructurales, atrasada carta de Carstens para los Reyes Magos
■ Al funcionario no le preocupa la gente, dijo González Garza; agenda bíblica, opinó Beltrones
Rosa Elvira Vargas
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Manlio Fabio Beltrones y Jesús Ortega, durante un receso del foro organizado por el Congreso de la Unión
Foto: La Jornada
Cuando el ex presidente del gobierno español Felipe González recomendó a los sectores económicos evitar “la tentación” de convertir los planes anticrisis en cartas a los Reyes Magos, no imaginó que sería uno de esos tres míticos personajes quien, en una paradoja auténtica, escribiría su propia misiva.
Por ese sortilegio, Agustín Carstens lució ayer como el monarca Melchor, sólo que en lugar de llevar oro al portal de Belén, éste prácticamente venía por todo el metal que queda en otro legendario lugar: México. El mundo del revés.
Así, el secretario de Hacienda aprovechó el foro organizado por el Congreso de la Unión, México ante la crisis, ¿qué hacer para crecer?, que con gran pompa se convocó en el alcázar de Chapultepec, para anunciar que el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, para poner en práctica sus medidas de derrama del gasto, requiere “eliminar burocratismos, cuellos de botella regulatorios e incertidumbres jurídicas”, se lanzó a pedir literalmente todo.
Hay que hacer la reforma laboral, eliminar cualquier traba a la enajenación de tierras ejidales, abrir las telecomunicaciones a la inversión extranjera, corregir las “imprecisiones” y “obstáculos” a la Ley de Responsabilidad de los Servidores Públicos, “perfeccionar” el sistema de pensiones de cuentas individuales, y hasta modificar la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, “anticipando tiempos difíciles y negociaciones complejas”, y dar certidumbre, dijo, a la aprobación presupuestal. Y mucho más.
¡N’ombre, sin duda así crecerá el país! Y para respaldarlo, Guillermo Ortiz, gobernador del banco central, comparó a México con un barco que va “sobrelastrado”, al que antes de nivelar la propela hay que tirarle el exceso de peso, porque sólo con eso “seguramente el barco va a andar más de prisa”.
Hay que decir que poco se esperaba, más allá de la defensa a ultranza de la política económica del gobierno federal y su plan anticrisis, en el discurso de Carstens. Esto, porque ayer mismo por la mañana él había ofrecido una conferencia de prensa para anunciar “medidas adicionales de austeridad”. Sin embargo, el poderoso funcionario traía por escrito un bien armado paquete de “propuestas” que, aseguró, mejorarán la competitividad del país y “en el tiempo” aumentarán el potencial de crecimiento económico.
Al salir, el coordinador de los diputados del PRD, Javier González Garza, traía un gesto de franco enfado: “Se ve que a él no le preocupa el asunto inmediato de la gente. Ya sabíamos que a eso venía”. Y Manlio Fabio Beltrones, priísta y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, preguntaba: “¿Dónde están las iniciativas? Esto del gobierno federal parece una agenda bíblica: dadme esto y lo demás (el crecimiento) vendrá por añadidura”.
Quedó claro que, en más de un sentido, la administración federal dejó sentir su peso en el foro del Congreso. Con Carstens, claro, porque a la apertura de la sesión había enviado a otro funcionario al que casi nadie del mundillo legislativo reconocía, y quienes sí acertaban a ubicarlo francamente tenían la atención puesta en otro lado.
De ese modo, y dotado del fabuloso instrumento que hoy permite abstraerse, fingir interés en otros asuntos o camuflar la soledad, el secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, solo en la primera fila, no levantaba la vista de su Blackberry. Antes de ser presentado por el maestro de ceremonias, apenas un fotógrafo atinó a decir quién era ese hombre tan aislado, pues más de un periodista y gente del propio Senado de la República nomás no atinaron.
Eso sí, cuando los coordinadores legislativos fijaron su posición frente este ejercicio de discusión, y se procedió a cambiar la escenografía para dar paso a los ex presidentes de Chile, Italia, Uruguay y del gobierno español, Ruiz Mateos simplemente se fue.
Pero otros sí aprovecharon ese receso. De todos los colores partidistas y procedencias se enfilaban hacia la cuarta fila para saludar a Carlos Slim. Desde Dante Delgado y Alejandro Chanona, de Convergencia, hasta Carlos Navarrete, del PRD, y el líder de los empleados del millonario en Telmex, Francisco Hernández Juárez, entre muchos más, pasaron “lista de presentes” y hasta hubo quien –veracruzano, por cierto– pidió tomarse una foto con el empresario. Y él, por su parte, sólo se movió de su sitio para saludar a Flavia Franzoni, la esposa de Romano Prodi.
El glamour de tan conspicua reunión no atrajo sin embargo a muchos a quienes hasta silla y personificador se les había asignado, como los líderes del PRI y del PAN, Beatriz Paredes y Germán Martínez, respectivamente. Y lo mismo ocurrió con los gobernadores. Ni uno solo vino. Estuvo, sí, Jesús Ortega, del PRD, y hasta se dio tiempo para convocar, ahí mismo, a la prensa.
Pero eso sí, también de todos los partidos algunos se presentaron con el exclusivo propósito de “dejarse ver” e ir sumando puntos para la hora de las definiciones en las listas de los candidatos a diputados federales. ¿Pues qué no es ése el mejor modo de asegurar el empleo como pidieron todos ayer aquí?
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