Dos mil treinta y cinco mil, No es el primer dislate de la lideresa magisterial, profra. Elba Esther Gordillo Morales.
En 2009, se equivocó 15 veces en su discurso del día del Maestro.
Eso sin contar que el virus H1N1 antes que una mutación biológica, sufrió una lingüística, en el discurso de la señora Gordillo.
No importa, estimado lector, ella afirma que se encuentra sana y lúcida[i] y reitera que no es momento de renunciar.
Con la Educación en México, existe un fenómeno similar. En el discurso, el presidente Felipe Calderón presume los logros de su gobierno, olvidando mencionar que el SNTE refirmó sus cotos de poder y logró la LOTENAL y el ISSSTE en el contexto de la crisis de legitimidad que signó su mandato.
Hoy en México, según los resultados de la prueba PISA, 8 de cada 10 bachilleres son incapaces de identificar la idea principal en un texto, lo que constituye una tragedia mayúscula, puesto que las empresas no los consideran ni siquiera como mano de obra calificada. Son, además, incapaces de resolver problemas, porque la creatividad y la iniciativa han sido sepultadas en un sistema educativo incapaz de estar a la altura de las necesidades que demandan los nuevos tiempos.
Tampoco importa. Todos sabemos a qué se refiere la profra. Gordillo. Dos mil treinta y cinco mil son las razones que tenemos para llorar, ahora que el PRI, aliado incondicional del SNTE, ha asumido de nuevo las riendas de nuestro país.
No habrá por ende, reforma estructural de fondo en el sistema educativo mexicano.
Las razones son obvias: no les conviene la formación de un ciudadano crítico, analítico y reflexivo, porque éste es incapaz de vender o transar el voto y eso, de entrada, es una amenaza al statu quo de la élite en el poder y para la aceitada maquinaria electoral priista que no tiene reparos en utilizar los dineros públicos para patrocinar sus campañas políticas.
Que nada cambie, para que todo siga igual.
¿Usted qué opina, estimado lector?
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