¿De qué sirve el conocimiento de la economía, cuando se ignora el efecto contraproducente que un modelo específico ha generado dentro de la realidad cotidiana de las mayorías?
¿En qué ha beneficiado al ciudadano a ras de suelo las políticas entreguistas que se instauraron hace 30 años, si han seguido padeciendo hambre bajo el llamado “neoliberalismo”, que ha sumido a México en la mayor crisis de pobreza e inestabilidad social habida en la era moderna?
Por razón de ascendencia he vivido muy de cerca dictaduras de izquierda y experimentado fuera de ella los regímenes de derecha o capitalismos rapaces. Ninguno de ellos cabe en una nación como la nuestra con tan particular historia cultural, marcado racismo y clasismo, precaria educación y depravadas desigualdades de vida. “México es un país único, de compleja comprensión…” aseguró en una ocasión Churchill a la pregunta de lo que opinaba sobre nuestro país.
Globalizarse “a la mexicana” significa y ha significado, entregar los recursos naturales al inversor políticamente escogido para que luego nos los vendan de regreso abusando de un pueblo permanentemente desprotegido.
Según descripción oficial: “Neoliberalismo es la ideología económica que permite a los inversionistas operar libremente para maximizar sus ganancias en cualquier parte del mundo. Se promueven políticas de comercio libres, la desregulación, la privatización de empresas públicas, la baja inflación, el movimiento libre del capital, los presupuestos equilibrados, “SE GASTA LO QUE SE RECAUDA EN IMPUESTOS.” (Pero resulta que en México, a los más ricos se les permite “legalmente” evadir al fisco, siendo dueños del mayor porcentaje de la riqueza producida.)
Otra opción, dice: “Neoliberalismo, hace referencia a la política económica con énfasis tecnocrático y macroeconómico que pretende reducir al mínimo la intervención estatal tanto en materia económica como social, defendiendo el libre mercado capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico de un país, salvo ante la presencia de los denominados, “FALLOS DEL MERCADO”. (El mundo ha comprobado la bajeza moral y nefastas consecuencias de los “fallos del mercado”. Libre mercado sin consciencia de la ética moral o humana, resulta fallido.)
¿Qué no es una contradicción, igualmente, que en México, el territorio donde el sistema “neoliberal” (o de libre mercado) ha seguido promoviendo la voracidad de los poderosos en el interior o exterior ahora “in crescendo” a la espera de que se consuman las reformas estructurales, persiga a su vez, con fuego letal cruzado y a merced, a comerciantes de un producto sin libertad para ser comerciado?
¿Qué no es una incoherencia “la prohibición” instituida global y arbitrariamente, de productos exigidos por el consumo, ante las políticas globales (o neoliberales) del libre mercado?
El neoliberalismo económico aquí, ha significado el abandono del campo mexicano. La renta de nuestras tierras deliberadamente improductivas a particulares para producir producto de exportación, sin redituar al campesino que las trabaja esclavizado. El tráfico de influencias al amparo del poder. Los privilegios fiscales para la élite empresarial que obedece y se sujeta a las formas exigidas por un régimen compartido e innumerables otras patologías del comportamiento dictatorial político-empresarial, cuyas víctimas son indefectiblemente los ciudadanos más vulnerables, es decir el 80% de la población.
Gobierno neoliberal en México, ha significado y significa gobierno oligárquico a favor de los intereses de las élites. Y esto es lo que vendrá potencializado a mayor escala, si se impone al candidato títere lanzado por Televisa.
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