jueves, 23 de agosto de 2012

La interminable crisis de la conciencia-- POLIMNIA ROMANA

En su extraordinario ensayo sobre Friedrich Nietzsche, el doctor José María Pérez Gay escribió:

"A finales del siglo XX, ¿qué nos queda de Nietzsche? Al oponerse a la cultura dominante de su época, al entregarse a investigaciones, dudas y valores que los demás no comparten, Nietzsche paga un precio interior: comienza a amar, a sentir, a pensar, a imaginar, a apetecer de un modo diverso, complicadísimo y aislado. La conciencia ya no se limita a sufrir lánguida y pasivamente los rigores de la crisis, se convierte en un permanente motor de crisis. Y sin duda encontró que los episodios de la vida más enconados y plenos son los del riesgo y el peligro; sobre todo al borde de los abismos mentales, cuando la cabeza afiebrada ya perdió las riendas de la razón y se abre paso hacia su solución más trágica, a través de sombras y delirios fríos, con una lucidez demente y espeluznante, como una luz de plata. Para Nietzsche, provocar la crisis interminable en la conciencia equivale a la producción de obras que pongan en crisis a la persona que tenga contacto con ellas. Pero quizá su lección más permanente sea ese aforismo de sus notas póstumas, que Nietzsche escribió unos meses antes de hundirse en la locura: "Hay que redimir a los hombres de la venganza. Nadie tiene derecho de vengar en los demás lo que sus padres o sus abuelos hicieron con él". Nietzsche sabía que nuestra sed de venganza es una cadena infinita de humillados y ofendidos que buscan humillar y ofender a los demás y librarse de las humillaciones y las ofensas anteriores con otras todavía más atroces.

La pregunta es si se necesita estar loco para proponerse redimir a los hombres de la venganza.
Muchos dicen que la venganza es el placer de los dioses, yo pienso que la venganza es sólo la prolongación de un sufrimiento.

No hay comentarios: