Carmen Aristegui aireó con libertad en CNN la apurada y atrabancada resolución del IFE que todo indica dará a luz… a la impunidad.
IFE acredita manejo desvergonzadamente impune al no exigir, ante la evidencia, que se legisle para que lo que sucedió con los medios no vuelva a ocurrir. No dan ni un solo espacio a una realidad que exige ir al fondo e indagar para llegar a la verdad.
A lo mejor les pica la prisa para cobrar.
No contaron para su dictamen los contratos firmados por Televisa y Radio Fórmula con el Estado de México para lanzamiento de su “producto”. Sólo un vistazo y de reojo le echaron a las empresas fantasmas para triangular dinero.
EPN lleva siete años en campaña televisiva. Sí, el dedazo salinista ocurrió hace siete años.
“Es grotesco lo hecho por el IFE” le dijo a Carmen, Genaro Villamil con ella en el estudio.
Acuerdos comerciales que echaron a andar la propaganda para mantener en el poder a la “dictadura disfrazada”. Publicidad encubierta, “emplazamiento de producto” con el propósito de influir y manipular en la decisión electoral de los ciudadanos. “Cómprenlo, miren que bonito es”.
Existen toda una serie de denuncias y documentos que los magistrados electorales no se han dignado revisar bajo consciencia constitucional.
Televisa ya había asumido su involucramiento en el “lanzamiento del producto”.
EPN, el sujeto convertido en producto, también lo declaró “sin querer” poco antes de su abrupto encuentro con los universitarios de la Ibero.
Todo esto condena y coloca al IFE en una clara posición de haberse confabulado con los denunciados. Institución fallida, que pisotea los derechos electorales, que ha traicionado a la democracia mexicana abusando de su autoridad, sin dignidad se muestra ante la nación.
Porque si la manipulación mediática que México presenció junto con ganancias clandestinas producidas por los empresarios que trafican con lo ilegal, desperdiciadas y utilizadas para garantizar el resultado electoral, el IFE no lo considera acción dañina e inaceptable para la democracia, ni obstructora de la imparcialidad e igualdad de condiciones, estoy de acuerdo con Genaro Villamil, es algo grotesco.
¿Habrá repercusión, habrá reacción? ¿Vamos a permitir que nos gobierne un “producto emplazado”?
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