Federico Arreola insinúa en su columna de hoy lunes entre líneas que se leen muy claras, que AMLO debió aceptar su “derrota” con “dignidad”.
Pareciera no acepta que la parafernalia armada en pos de la colocación de Enrique Peña Nieto en la presidencia no fue manera de competir, por lo tanto tampoco fue manera válida de ganar.
Como la dignidad se basa y sostiene únicamente en el peso del bien hacer, sería y hubiera sido totalmente indigno que AMLO aceptara el triunfo inválido de EPN, independientemente de hacia donde mirará el líder tabasqueño luego del teatro “democrático” que montará en escena el TRIFE para dar la sentencia de “electo”, a quien llegó al puesto haciendo trampa.
He aquí, la gran diferencia entre el juego de tenis por el oro olímpico entre Federer y Murray, donde el número uno del mundo en tenis fue doblegado por la henchida técnica, adrenalina y patriotismo de Murray, superado el suizo limpiamente por el escocés.
En el deporte del tenis los jueces de línea y de silla junto con la repetición instantánea de los tiros polémicos, no permiten trampas o injusticias. Esta historia deportiva fue presenciada por el periodista seguramente por medio de la que ahora llama, ”La gran empresa Televisa”.
Peña Nieto no ganó la presidencia limpiamente, hizo trampa.
Por tanto, la “inocente callada comparación” de quien se dice “periodista imparcial”, es indigna.
Lo digno sería expresar las cosas como son, como fueron, independientemente de los resultados finales. Expresar abiertamente y al chile lo que se desea dar entender y que realmente se piensa: “Que a él le parece indigno que AMLO no acepte la derrota”.
No debería necesitar de analogías para expresarlo, utilizando malamente la de un deporte de caballeros que al leer su texto me percato no conoce a fondo.
La elección presidencial, Federico, no fue de caballeros, fue una chapuza, fue una clara elección de Estado.
Si México persistiera en la “dignidad” del tipo de la que hablas tras líneas en tu escrito, estaría perdido.
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