miércoles, 26 de febrero de 2014

El Chapo y la larga historia de un emporio

El Chapo, después de su captura, en el penal de Puente Grande. Foto: Benjamin Flores
El Chapo, después de su captura, en el penal de Puente Grande.
Foto: Benjamin Flores
Numerosas voces de especialistas y hasta de delincuentes machacaron durante años con lo mismo: Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, era protegido por el gobierno federal. Y eso se dijo durante los dos sexenios panistas. Esa percepción empezó con la fuga del capo, en 2001, cuando arrancaba la administración de Fox, y se fortaleció al ver crecer el poder del delincuente hasta hacerlo figurar en la lista de los más ricos del mundo durante la administración de Calderón… Y ambos expresidentes blanquiazules declararon públicamente su beneplácito por la captura.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Los años dorados de Joaquín El Chapo Guzmán fueron los mismos en los que el PAN estuvo en el poder. Desde su fuga al inicio del gobierno de Vicente Fox hasta convertirse en el hombre más buscado del mundo en el de Felipe Calderón, el Cártel de Sinaloa pasó de un grupo delictivo nacional a una empresa multinacional.
Por su condición de prófugo inalcanzable durante los sexenios panistas, Joaquín Guzmán Loera se volvió el jefe más referenciado de la llamada Federación de Sinaloa, que repartió su liderazgo en un triunvirato hasta la captura del Chapo, ocurrida a las 6:40 de la mañana del sábado 22, en Mazatlán, Sinaloa, luego de una semana de operativos de la Marina y la DEA en Culiacán y Mazatlán.
La jefatura del cártel se distribuyó entre Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, a quienes las autoridades mexicanas no han detenido pese a su vieja historia.
Apenas se fugó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, el 19 de febrero de 2011, cuando Vicente Fox no cumplía ni dos meses en el poder, comenzó a construirse la figura de Guzmán como un narcotraficante poderoso.
Fue el primero y hasta ahora el único, que se conozca, en fugarse de un penal de máxima seguridad en México. Pesaban sobre él 11 años de condena. Aunque le faltaban tres, se fugó luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación autorizara la extradición de nacionales.
Estuvo en prisión casi ocho años, desde que por accidente fue detenido en Guatemala cuando se cayó la avioneta en la que se desplazaba. El 10 de junio de 1993, en el gobierno de Carlos Salinas, el entonces procurador general de la República, Jorge Carpizo, anunció en Los Pinos la detención.
Aunque las autoridades guatemaltecas lo negaron en su momento, uno de los militares de ese país que participó en su detención contó en 2010 a esta revista que el Ejército guatemalteco se encontraba en la frontera con México en un operativo contra el tráfico de armas a la guerrilla que entonces había en Guatemala cuando supieron de la caída de una avioneta.
Con el apoyo de la DEA, el ejército de Guatemala, al mando entonces del actual presidente, el general retirado Otto Pérez Molina, identificó que uno de los ocupantes del aparato era el narcotraficante sinaloense, quien empezó a tener presencia en Centroamérica tras el desplazamiento de los cárteles colombianos de Cali y Medellín.
Lo entregaron a México en un operativo en la frontera común que por el lado mexicano encabezó el entonces el exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Jorge Carrillo Olea.
Su detención, sin embargo, no aclaró qué tuvo que ver él con el asesinato del cardenal Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara el 24 de mayo de 1993. Según la versión oficial el prelado fue confundido con el delincuente por los hermanos Arellano Félix, del Cártel de Tijuana y enemigos del Chapo.
Llevaba casi ocho años preso cuando Fox llegó al poder. Improvisado, dejó en Jorge Tello Peón, exdirector también del Cisen, el área de las prisiones federales, entre una de sus tareas como subsecretario de Seguridad Pública de la Secretaría de Gobernación…
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1947 de la revista Proceso, actualmente en circulación.

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