En la reunión plenaria del PRD celebrada el domingo pasado, escuché una intervención de la Secretaria General de ese partido, Dolores Padierna, que, lo menos, merecía una lectura de congruencia a una carrera política como la que ha tenido esta mujer, entregada de lleno a la política y a la lucha social.
Dolores Padierna es una militante de la izquierda que ha sabido de las amarguras de los tiempos de la persecución oficial a esa línea de pensamiento político.
Ha sabido ascender en la estructura dirigente de las organizaciones y los partidos en los que ha militado a base de combatividad.
Es polémica. Su relación personal con un personaje controvertido como René Bejarano, la ha hecho a ella controvertida también. Pero al margen de puritanismos políticos, su eficiencia y su convicción son innegables.
En la plenaria perredista Dolores Padierna reiteró su lealtad a Andrés Manuel López Obrador. Ratificó su denuncia contra lo que siguió llamando elección presidencial impugnada.
Pidió a los partidos que conformaron el Movimiento Progresista que postularon a Andrés Manuel López Obrador como candidato presidencial, es decir al Partido del Trabajo y al Movimiento Ciudadano, que siguieran unidos hasta el 2018.
Y en una posición de congruencia en defensa de su carrera política, dijo que si se consumaba el fraude, es decir, que como todo México espera, excepción hecha de AMLO y algunos cuantos obsesivos seguidores que simpatizan más con la pose de disidente que con una lucha diaria por el cambio, antes de un mes el TRIFE otorgue el triunfo en las elecciones presidenciales a Enrique Peña Nieto, inicien un tránsito digno de una oposición inteligente. Una oposición que, por primera vez aceptó que daría a la izquierda la condición de ser la segunda fuerza política de México, se organizara para que el regreso a Los Pinos del PRI fuera solo de seis años.
Dolores Padierna lo dijo de cara a sus compañeros, en la plenaria de su partido, asumiéndose como una política realista. No como lo hace el camaleónico Manuel Camacho que ayer en una entrevista a la W en el radio, dijo que aceptaría la decisión del TRIFE, fuera cual fuera.
Padierna sabe ya que López Obrador no está presentando las pruebas que demanda una petición tan delicada como es la de anular una elección en la que participaron más de 50 millones de mexicanos.
Un proceso que involucra tantas voluntades. Y en el cual más de 30 millones no votaron por López Obrador, no puede ser objeto de una posición maniquea como la que asume el tabasqueño.
Dolores Padierna lo dejó más claro que el agua:
1.- Si el TRIFE otorga el triunfo a Enrique Peña Nieto lo aceptarán y propone trabajar para ganar dentro de seis años.
2.- Que es leal a López Obrador, pero que el proyecto va por delante que el hombre. El uno es la base, el otro es el personalismo puro.
Ya López Obrador anuncia que enviará al TRIFE un video (¿) en el cual denuncia que si no le dan el triunfo, entonces los magistrados serán unos traidores. En lo militar y en la Función Pública lo serían a la Patria. Y para desgracia de AMLO, ninguno de los miembros del TRIFE ha cometido acción hasta ahora, ni tiene elementos procesales enfrente que lo conviertan en tal.
Son mexicanos tan o más valiosos y patriotas que él mismo.
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