Mientras los demás trabajan en “dinosaurland” recibiendo el riego de acusaciones de gran parte de la ciudadanía contra su imposición como presidente, Peña Nieto hizo las maletas y se fue de vacaciones. Habrá visto por la tele echado entre sus almohadones la valla de granaderos que mandó Calderón para resguardar la empresa que lo parió.
Sabe bien que no fue electo legalmente y el pueblo enterado ha dicho basta. Esto no es cosa de partidos políticos. Se trata de nuestras propias instituciones que no cumplen. Se reclamarán elecciones extraordinarias para elegir a un presidente interino. Esta es la manera justa, pacífica y democrática que acata la ley. Tenemos que ir hacia adelante para crecer, no meter reversa. No al retroceso hacia el añejo mal mexicano. Rechazar el estancamiento civil, al garete de nuevo nuestros derechos libertades y obligaciones.
Seguramente le dijo Emilito, Joaquín, Beltrones y Murillo a Peña: --Vete, vete a relajar hombre, que ya estamos bien amachinados. Mira, aquí está este lugarcito SENSACIONAL, tómate unos buenos días sin límites de nada, caray, te lo mereces…—(palmaditas en la espalda)
¿Y a dónde se jaló luego luego Peña Nieto acompañado de la gaviota y de sus hijos (las hijas de ella no fueron) en jet privado?
Pues a una zona de privilegiados donde se encuentra un St Regis y un Four Seasons de playa, donde ocupó lo mejor, las “top” suites por varios miles de dólares la noche.
El reporte, me lo envió un viejo amigo empleado de uno de esos dos hoteles, los más lujoso en México, localizados 200 kilómetros hacia nuestro norte sobre la costa de Nayarit.
Se encontraba Peña Nieto deambulando, descansado placenteramente, gozando de paseos en un mega yate, la gaviota recargando pila en el impecable aromatizado zen spa consentida por las masajistas. Ahhh… La “doce vita” que piensan van a darse de ahora en adelante y… ¡sin límite de expendio!
Nada de malo tiene el gozar del dinero bien habido, es un derecho el hacerlo, y que goce el que haya trabajado duro e inteligente, creativamente, para producir riqueza sin abusar de nadie, o también aquel que la haya heredado de quién la hizo, quien por lo general se dedica a despilfarrarla porque no le costó.
En cualquier nación del primer mundo se cuidan los políticos de altos rangos y no se atreven a derrochar púbicamente por encima de lo que alcanza su sueldo, siendo un acto no sólo sujeto a inmediata investigación sino de mal gusto ante la opinión pública. Que esto lo haga un candidato presidencial en un país donde la mayoría de la gente a duras penas tiene techo y comida, es una vergüenza, una falta de solidaridad y de consciencia social, una burla a la mayoría ciudadana inmersa en la pobreza generacional ante situación de desesperanza.
Este acto de Peña, que no extraña, simplemente lo plasma como es. Esto es a lo que nos tiene acostumbrados el sistema depredador que nos ha gobernado: el continuo gasto fatuo de recursos frente a los paupérrimos ojos de la ciudadanía, sin conciencia de la austeridad y la administración, sin sensibilidad o interés real por la sociedad.
Mientras no ostenten con humildad la dirección del país, individuos acostumbrados a una vida sencilla, con un sueldo digno y decoroso de clase media y se sientan satisfechos plenamente con vivir de lo que eso provea pero sobretodo gozando de una paz interior y riqueza que no se compra, no saldremos del atolladero de la inmoralidad, de la corrupción.
Y Peña Nieto, como hemos corroborado, no es uno de esos.
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