“… ‘Aunque me quede solo’, manotea Andrés Manuel López Obrador. No se va. No se retira. No se jubila”.
Así empieza una larga, y muy bien realizada, entrevista a Andrés Manuel López Obrador en el diario Reforma.
Su autor, Roberto Zamarripa, hizo un excelente trabajo, sobre todo por la frase final del mismo: “López Obrador acumula nos para construir su liderazgo. No hay otro así”.
Y es que no, no hay otro liderazgo así en México.
Por eso, seguramente –no lo dice Andrés Manuel en la entrevista, ni lo afirma el reportero; es mi opinión, basada en haber tratado al líder tabasqueño durante varios años de su resistencia); por eso, por su liderazgo tan especial, tan genuino, tan honesto, pero tan alejado y al mismo tiempo tan cerca de la política eficaz para la búsqueda del poder, López Obrador no ha sido presidente de México.
Tendrá Andrés Manuel una tercera oportunidad, en 2018. Nadie en la izquierda mexicana podrá impedirlo. Ni las frívolas intrigas de ese ambicioso vulgar, de ese arrogante que se siente diseñado por la divinidad llamado Marcelo Ebrard; ni el buen gobierno que con certeza realizará el carismático Miguel Ángel Mancera, cuya popularidad aumentará exponencialmente durante seis años; ni los chuchos del PRD, el partido político que terminará siendo poca cosa frente a MORENA.
Andrés Manuel López Obrador tiene todo para enfrentar en 2018, con posibilidades de éxito, al enorme aparato que es el PRI, que pronto (si es que no ha empezado ya) dará inicio al proceso de formación de una candidatura presidencial potente.
Gente capaz sobra en el priismo. Como Luis VIdegaray, como los todavía no tan viejos Manlio Fabio Beltrones y Jesús Murillo Karam. Estos, sin despreciarla, no apostarán a la popularidad, sino a la eficacia de la máquina que, luego de doce años lejos de la Presidencia, ha exhibido que funciona como en sus mejores tiempos.
Ni siquiera Enrique Peña Nieto, un fenómeno en términos de atractivo para las masas consumidoras de noticias no políticas, puso la mayor parte de sus recursos en promover su figura: su principal apuesta estuvo siempre en mantener los niveles de operación tradicionales de una estructura electoral como no ha habido otra en México, la del PRI.
Solo en algo se equivoca Andrés Manuel en la entrevista con Roberto Zamarripa en los diarios del Grupo Reforma: falla al afirmar que Morena, que “se empezó a construir después de 2006, tiene ya presencia en todo el país. Podría decir que es la organización social, política, más importante de este país”.
Podrá ser Morena la organización social, política más importante de México en términos éticos, ideológicos, lo que sea excepto en lo relacionado con la eficacia para ganar elecciones.
Organización eficaz, la del PRI. SI alguien lo sabe es Andrés Manuel, ya que la enfrentó en Tabasco un par de veces y este año en las presidenciales.
La eficacia, según la Real Academia Española, es la “capacidad para lograr el efecto que se desea o se espera”. ¿Alguien duda de la capacidad del PRI para salirse con la suya?
El PRI es poderoso porque es una cultura, en la que por cierto se han formado los principales líderes de la izquierda mexicana:
1.- Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, fundadores del PRD, maestros de todos en la izquierda. El primero fue gobernador priista, el segundo estuvo en gabinetes presidenciales del PRI.
2.- Manuel Bartlett, neo izquierdista que coordina al PT en el Senado. Fue secretario de Gobernación con Miguel de la Madrid, formó parte del gabinete de Carlos Salinas de Gortari, se le considera el operador de un gran fraude electoral contra la izquierda mexicana, el de las presidenciales de 1988.
3.- Marcelo Ebrard, autoelogiado alcalde de la Ciudad de México. Se formó en el sexenio y en el gobierno de Carlos Salinas; en el salinato llegó a tener cargos políticos importantes.
4.- Manuel Camacho, “estratega”, “negociador”. Fue el hombre fuerte y aun el mejor amigo de Carlos Salinas.
5.- Dante Delgado, fundador del partido Movimiento Ciudadano. Fue gobernador en el sexenio de Salinas.
6.- Alfonso Durazo, diputado de MC. En el sexenio de Salinas fue secretario particular de Luis Donaldo Colosio.
7.- Alberto Anaya, líder del PT. Amigo personal de Carlos Salinas, fundó gracias al apoyo del hoy repudiado expresidente el Partido del Trabajo.
8.- Ricardo Monreal, coordinador de los diputados de MC. Se formó y tuvo cargos importantes en el sexenio de Carlos Salinas.
9.- Arturo Núñez, gobernador de Tabasco. Tuvo cargos de primer nivel en los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.
10.- Gabino Cué, gobernador de Oaxaca. Se formó en el sexenio y en el gobierno de Ernesto Zedillo.
11. Alfonso Romo, empresario que participó muy activamente en la campaña de AMLO de 2012. Fue de los empresarios consentidos de Carlos Salinas. Creció como hombre de negocios en el salinismo. Pedro Aspe, el principal diseñador de la política económica salinista, que tanto cuestiona López Obrador, al terminar el sexenio más neoliberal de todos fue contratado por su entonces gran amigo Poncho Romo.
Son algunos de los líderes de izquierda que se formaron en el PRI. Pero hay muchos más, como el propio López Obrador, que empezó su carrera política como militante priista, si bien duró poco en el partido tricolor.
Hasta Andrés Manuel tiene una faceta pragmática. Por eso, porque con seguridad los considera eficientes para el trabajo electoral, ha aceptado trabajar con ellos (y con peores personajes de “izquierda”, como los chuchos, que si no vienen del PRI, fueron entrenados en organizaciones absolutamente antidemocráticas como la que dirigió el famoso RAT, Rafael Aguilar Talamantes).
En la entrevista que dio al reportero de Reforma, Andrés Manuel dice que sus adversarios lo quieren retirar de la política; que otra vez, como en 2006, no lo quieren ver como candidato presidencial:
“Acerca de si voy a ser candidato, o no voy a ser candidato en el futuro, eso lo debe de decidir la gente. No tienen por qué decidirlo mis adversarios. Es lo que quieren los que mandan en el país, que no me ven con buenos ojos. ¿Con qué derecho quieren mis adversarios que yo me haga a un lado? Es mucha arrogancia, mucha prepotencia".
El reportero le recuerda, no le pregunta, a Andrés Manuel que no solo sus adversarios lo quieren jubilar, sino también gente “dentro del PRD o de la izquierda”.
Andrés Manuel, en 2018, a los 65 años de edad estará en plenitud física, tendrá energía de sobra para ser muy buen presidente de México, si gana las elecciones.
Que quiere ser candidato presidencial de nuevo, no hay la menor duda. Lo ha expresado con claridad en Reforma:
“Cuando los ciudadanos, la gente decida que ya no debo de ser candidato, pues ya no voy a ser candidato. Voy a seguir luchando sin ser candidato, pero eso lo va a decidir la gente. Nadie más”.
Morena, dice AMLO, podrá “tener candidatos, porque hemos decidido luchar por la vía electoral, por la vía pacífica”.
Aspira a que su movimiento, que quizá pronto será partido, diseñe “un nuevo molde para hacer política. Esta nueva forma de hacer política implica entender que la política es un imperativo ético".
Morena, lo ha expresado con claridad Andrés Manuel, se “reserva el derecho de admisión”. Es decir, no cualquier político podrá participar. No los políticos de siempre, no los intrigantes, no los maniobreros, no los corruptos:
“No queremos tener de compañeros a gente que se dedica a estafar o a engañar. A gente incongruente, a politiqueros. Esos están en el PRI, están en el PAN. Que se vayan a esos partidos”.
Sugiere con claridad Andrés Manuel, pero por respeto a su ex partido no lo dice abiertamente, que los malos políticos también están en el PRD: “No voy a hacer el cuestionamiento, la crítica al PRD, por razones obvias”.
Entre 2006 y 2012, Andrés Manuel dijo e hizo lo mismo: se mantuvo lejos de los políticos de siempre, pero no de todos. El pragmatismo terminó imponiéndose. Su relación con Ebrard es un paradigma de practicidad. Los chuchos se fueron y volvieron cuando ellos y López Obrador consideraron que se necesitaban. Bartlett apareció transformado en adalid de izquierda, se le perdonó su pasado robavotos y, porque supuestamente iba a aportar popularidad en Puebla (donde perdió las elecciones de senador) se le hizo candidato. Y así llegaron otros. Hasta hubo acercamientos con Televisa. ¡Andrés hasta “presidente” llamó a Felipe Calderón!
Había dos opciones: la de mantenerse en la pureza del movimiento de resistencia, o la de pactar con toda clase de personajes que en algún momento fueron cercanos al viejo PRI.
El pragmatismo ganó. ¿Se impondrá en 2018? Si así va a ocurrir, lo mejor que puede hacer Andrés Manuel, si quiere llegar a presidente de México, es aceptar desde ahora mismo las reglas de la política tradicional. Le irá muy bien si lo hace.
Si se va a mantener durante años en el idealismo, creo que obtendrá el mismo resultado: tendrá muchas posibilidades de ganar en 2018, pero con la condición de que a última hora no escuche los cantos de “unidad” con los que se pedirá que sume a los personajes de siempre, maniobreros, corruptos, que militan en la izquierda o colaboran con el PRD.
No soy de los que piensan que Andrés Manuel deba retirarse. De todo corazón deseo que le vaya muy bien, que llegue a presidente de México. Sería un lujo que nos gobernara.
Pero para vencer al PRI, con Videgaray, con Beltrones, con Murillo Karam…, su movimiento tendrá que ser totalmente distinto al PRI o bien operar con exactamente las mismas tácticas que el PRI.
En 2006 y en 2012, rodeado de protagonistas formados en el PRI, ¡muchos de ellos con Salinas!, ni terminó por diferenciarse absolutamente del priismo ni logró adquirir la eficacia de esa poderosa maquinaria electoral.
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