martes, 25 de septiembre de 2012

SOBREVIVIENDO A AMLO- Francisco Estrada Correa.


La izquierda está inmersa en un debate curioso. La renuncia de AMLO al frente que lo cobijó durante la pasada campaña abrió un impasse en las protestas contra el fallo del Tribunal Electoral y deja en el aire varias preguntas que a la fecha nadie se atreve bien a bien a responder. Digo que es un debate curioso porque inmersos como están hoy los integrantes de MORENA en su proceso de transformación en un partido político, todo parece indicar que Enrique Peña llegará al poder el 1 de diciembre en medio de un camino terso, sin tener que pagar ningún costo, en muchas mejores condiciones de las que llegó Felipe Calderón; además de que ya nadie se acuerda tampoco que si algo aportó la lucha obradorista del 2006-2012 a la política fue la movilización ciudadana más allá de los partidos. Una estructura sui géneris de grupos, círculos de estudio, brigadas, etc. que precisamente por no ser parte de las militancias tradicionales sumaba fuerzas y metió una bocanada de aire fresco en la izquierda. Lo que trato de decir es que, resultado del posicionamiento de AMLO del pasado 9 de septiembre, la izquierda se debate ahora entre dos proyectos que, al menos de entrada, parecen contradictorios: por un lado el suyo, la constitución de un nuevo partido orientado a buscar la transformación de México y no a buscar cargos; y por otro el que plantea Marcelo Ebrard para ganar posiciones, “para gobernar, no para protestar”. En medio de ambos extremos empero, persiste el verdadero reto: la urgencia de contar con un auténtico partido de izquierda, con eso bastaría, uno que no le tenga miedo a la palabra izquierda y se conduzca y actúe como verdadera izquierda. El problema de la propuesta de hacerle “cirugía mayor” al PRD para ganar el gobierno es que implica llevarlo más hacia el centro –volverlo socialdemócrata afirman- lo que acabaría por desdibujarlo, además de que el afán por convertirlo en el partido de la izquierda “correcta” no puede llevar sino a la reconstitución del partido moderado, es decir, a la nada. Por lo que se refiere a la partidización de MORENA, el riesgo, más que no poder cumplir con los requisitos de constitución de un partido, es que se cumplan pero sólo para institucionalizar el autoengaño. Me refiero a la manera como se piensa concretar el partido de MORENA. Como varios analistas han dicho -Octavio Rodríguez Araujo y Armando Bartra entre otros-, si no es a partir de la convocatoria ciudadana y la organización de los ciudadanos, con sus propios esquemas y formas y dentro de un movimiento más amplio, nada nuevo aportará a la lucha electoral. Mucho menos a la social. Esto es, siguiendo con la idea apuntada arriba de la fuerza ciudadana que animó la lucha obradorista en el sexenio que termina, si de ser congruentes se trata, o MORENA es un partido ciudadano o no es nada. O MORENA es oposición y canaliza la presión social en contra del régimen o lo que sigue es la funcionalidad a favor del stablishment. En suma, o MORENA es el vehículo, no para hacer traspasos de militantes sino para constituir una nueva militancia ciudadana, lo que vamos a tener es un nuevo PRD, pero no más. Por lo demás, entrar en la lógica perversa de meterse al “mercado electoral” para poner a competir al nuevo partido por los mismos votos de los aliados -que los ha tenido-, puede resultar no sólo riesgoso sino suicida. Tan simple como que no se puede pensar en un trabajo aislado cuando lo que se necesita es ampliar la base social y el reto, más que quitarle votos a nadie es sumar votos. Y no hablo, que conste, de la propuesta más engañosa aún de hacer un gran partido-frente en el que “todos quepan” (algo así como el PNR de izquierda), pues está más que visto que eso no sólo es una trampa dialéctica sino que sería la tumba de la verdadera izquierda y de la verdadera oposición. De lo que hablo es justamente de lo contrario, de abandonar el discurso de la “unidad a toda costa” –o de la alianza esquizofrénica como le llama Jesús Ortega- que hasta ahora sólo ha permitido triunfos a medias; hablo de la necesidad de reflexionar realmente, muy seriamente, si no ha sido precisamente ese discurso y semejante táctica uno más de los elementos que favorecieron la derrota, por lo que más rentable -y sobre todo más correcto- puede ser empezar a marcar distancias, rehacer alianzas sí, pero con los que piensan y quieren lo mismo. Vaya, dejar de caminar con quienes tienen sus propias apuestas, constituyendo una sola plataforma a partir de un solo compromiso y una sola apuesta. Y no hablo de candidaturas ni cargos. Hablo de un auténtico proyecto de cambio y además de izquierda. ¿O es que se piensa que se puede potenciar la fuerza lograda en estas elecciones subiendo al mismo barco a los que rechazan las reformas neoliberales con los que han votado por ellas?, ¿a los que piensan en trabajar y en aliarse con el PRI y con el PAN y a los que creemos que el problema es justamente el PRIAN? En realidad esta coyuntura difícil, aleccionadora, es una gran oportunidad para seguir fortaleciendo las expresiones de la verdadera izquierda y para seguir empujando el cambio. Siempre y cuando se entienda que no es este el tiempo de la moderación. Como tampoco es el tiempo del retiro de AMLO. A los que ya andan pensando cómo sobrevivir a AMLO, a los que lo quisieran jubilar pero también a él, si es que está pensando en que lo mejor es irse a su rincón, habría que recordarles que no estamos en el caso de Cuauhtémoc Cárdenas, cuyo voto se desplomó de 1988 a 1994 y peor aún de 1994 al 2000. En el caso de AMLO no solamente le ha dado a la izquierda el mayor número de votos de su historia sino que consecutivamente le ha dado la posibilidad de ser la segunda fuerza en el Congreso cada vez que van juntos en elecciones. Entonces, más que en retiros y en relevos pero también más que en atrincherarse en parcelas, en lo que hay que pensar es en replantear las bases de la unidad entre la izquierda, en otras palabras, replantear la lucha social de una manera imaginativa a fin de hacerla más efectiva, y con mejores resultados. Y no se trata de números, que conste. Pues hay quien dice que de qué sirven las protestas de cientos si no se logra respuesta de millones de gentes. Estrategia es lo que urge, lo que se necesita. Y perder el miedo. A ser oposición. A enfrentarse y diferenciarse. A asumirse francamente de izquierda. Es que, resultado del triunfo cultural de la derecha, en las propias filas de la izquierda prevalece la idea de esconder que se es de izquierda. “Mejor llamarse centroizquierda”, aconsejan, “suena menos fuerte”. “O socialdemócratas”, “o progresistas”. Todo, menos izquierda. Y el problema no es el nombre sino que ese miedo lo único que esconde es la capitulación frente al adversario histórico, cansancio para continuar la lucha social. Porque cuando se habla de que el objetivo es gobernar pero que para ganar el gobierno tenemos que “moderarnos”, que acercarnos a nuestros detractores y parecernos a la derecha, se está haciendo la peor de las traiciones. Y si no, que me digan de que le sirve a la izquierda llegar al poder si para hacerlo, si para lograrlo tiene que renunciar a ser izquierda, despojarse de los rasgos que la caracterizan como izquierda y entregarse al enemigo. Ahí está el ejemplo de las alianzas con el PAN abanderadas por militantes del PRI que llegaron a las gubernaturas en el 2010. ¿Qué clase de gobiernos están haciendo? ¿Qué papel jugaron en las recientes elecciones? ¿Cual ha sido su compromiso real con la izquierda? ¿Es ese el modelo que queremos replicar a nivel nacional? O peor, si de contrastar se trata, ¿cuánta diferencia puede haber en los estilos de gobernar esta ciudad los últimos 6 años y el gobierno de Enrique Peña en el Estado de México? ¿Desde esa plataforma se le puede echar en cara a Peña sus modos de hacer obra pública, su relación y favoritismo con ciertas empresas constructoras y el cobro de peaje en el viaducto Bicentenario y eso, por hablar sólo de un ejemplo? Tan malo es reducir la lucha social a la búsqueda de cargos como seguir llevando a las candidaturas a gente ajena al ideal. ¿O a poco de veras no hay más que esas dos opciones? Publicado hoy en Unomasuno

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