En “La guerra contra el crimen, sí o no” (Milenio, 21-09-2012), uno de los profusos apologistas del sistema –es decir, de quien esté en el poder-, Héctor Aguilar Camín, responde que Peña debe continuar con la política autista de Calderón pero abandonando el discurso de guerra como parte central del gobierno y el ejecutivo. Continuar la guerra de manera silenciosa -¿posible?-, y dejar las palabras en todo caso al responsable de la materia (¿es lo que se pretende implementar con la presencia del policía colombiano Oscar Naranjo, quien habla ya y da conferencias como asesor de Peña y quien, pretendiendo evadir suspicacias, es revestido bajo el camuflaje de director de un Instituto Latinoamericano de Ciudadanía? ¿Imaginan a un militar francés, alemán o ruso como “asesor externo” de Obama? ¿Lo permitirían los gringos tan celosos de su “seguridad nacional”?).
Añade Aguilar una obviedad, que la autoridad responsable solo debe informar de lo que sabe. “Debe aprender a decir ‘no sé’ cuando no sabe y a callar cuando no tiene nada sólido qué decir.”. Soslaya el columnista que el mayor responsable de un gobierno es, a final de cuentas, el encargado del ejecutivo. Y en el caso del priista, aplicando el criterio y la sugerencia referidos y cotejados con la propia experiencia de Peña Nieto, éste deberá ejercer un gobierno prácticamente silente, mudo.
Algunos ejemplos en los cuales Peña, por desconocimiento, ignorancia o humildad, debió haber callado, cerrado el pico, hecho mutis, pero que en cambio la estulticia y la arrogancia lo dominaron, darán la razón al argumento de Aguilar. El periodo que comprenden es corto e incluye la reciente gira por Latinoamérica:
1. Tres libros. ¿Hace falta añadir algo a la escenita de tontería y ramplona arrogancia del priista durante ¡la presentación de un texto suyo!, en la Ferian Internacional del Libro de Guadalajara al tratar de responder sobre los tres libros que han marcado su vida?
2. Ibero. En su presentación en la Universidad Iberoamericana hizo gala de soberbia al decir que estaba orgulloso de la intervención de la policía para “salvaguardar el estado de derecho”; es decir, como Díaz Ordaz sobre el 68, orgullosamente defendió la represión y la violencia.
3. Colombia. Al llegar a Colombia en su tropezada gira Latinoamericana, elogió la lucha y logros de este país contra el crimen organizado, lo cual pretende emular en México ignorando, conociéndola o no, la información de que la producción, el consumo y el tráfico de droga ha crecido en ese país. “El ridículo de Peña Nieto en Colombia” (SinEmbargo.mx, 20-09-2012), de Lydia Cacho, deja muy claro este episodio.
4. Brasil. En Brasil y como justificación de la reforma petrolera que se pretende en México, elogió la supuesta privatización de Petrobras y solicitó a la presidenta Dilma Rousseff compartir los mecanismos de ese proceso para aplicarlos en Pemex, ignorando que se trata de realidades distintas. Por otra parte, vio las relaciones entre ambos países como un mero mercado de 300 millones de consumidores excluyendo el sentido humanista y cultural que debiera prevalecer en dichas relaciones.
5. Chile. En Chile elogió los supuestos avances en el terreno social. Ignoró, no obstante, el largo conflicto educativo como consecuencia de que el 70% de la educación en ese país es privada y de que Piñeira quiere aún minar al 30% restante de su derecho a la formación pública.
6. Inglés. Cuando, arrogante, quiso ante un público norteamericano de inversionistas mostrar que habla inglés, solo pudo tartamudear: Infraestrucchoktoktchur…
7. UNAM. Al enviar una tweet-felicitación a la Universidad por su aniversario olvidando la A que refiere la autonomía, es de esperar que se trate de un error más (como son frecuentes en twitter), que solo sea desconocimiento e ignorancia y no una proyección sobre posibles “tentaciones autoritarias”, como dirían “los clásicos”.
Le asiste la razón a Héctor Aguilar Camín, Peña Nieto deberá ser un ejecutivo mudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario