Falsificadores de la historia: Enrique Peña Nieto
Pedro Salmerón Sanginés
M
e han dicho y me seguirán diciendo que
los gobiernos siempre le han dado un uso político a la historia, y ese uso implica necesariamente la mentira, ¿de qué te quejas?Puedo aceptar con cierta reserva la primera afirmación; rechazo la segunda si va precedida por el adverbio
siemprey, sobre todo, me reservo el derecho de denunciar el uso político cuando va acompañado de la mentira, como ha ocurrido recientemente. Esta vez nos insultan con una mentira de altísimo origen institucional: la mentira con que el licenciado Enrique Peña Nieto presentó su propuesta de reforma energética, el pasado 12 de agosto. ¿En qué consiste esta mentira? La mostraré glosando lo que los historiadores profesionales han escrito en el blog del Observatorio de la Historia:
La misma noche del 12, para que apareciera a primera hora del 13, los administradores del blog, Halina Gutiérrez Mariscal, Luis Fernando Granados y Alejandro Pérez Montesinos escribieron:
Enrique Peña Nieto mintió con todos los dientes. No es que haya dicho una verdad a medias o que haya interpretado los hechos según su interés político. No. Simple y sencillamente intentó engañarnos.
Al asegurar que su propuesta
retoma palabra por palabra el artículo 27 del general Lázaro Cárdenas, Peña miente dos veces en una frase ( Insulto palabra por palabra/ ). Por supuesto, conceden mis colegas,
Peña Nieto no es un mitómano vulgar. Su mentira no es mera fabulación, sino alteración interesada de los hechos. Y esto se debe, como señala una entrada publicada por Bernardo Ibarrola dos días después (Lázaro Cárdenas, Privatizador ) a la necesidad del político mexiquense de invocar el pasado como recurso para legitimarse y legitimar socialmente una propuesta notoriamente antipopular.
Sorprendente, pero impecable, añade Ibarrola, al imaginarse a los publicistas de Peña empeñados en romper el binomio Cárdenas-nacionalización, sin importar
que la proposición sea incoherente ni que raye en la estulticia. ¿Como lo hacen?
Con una voluntad de demostración equiparable a la de los infomerciales de la madrugada, a través de repeticiones y de... ¡sí!, crítica a los mitos del pasado. Tres días después, en el mismo blog,Ibarrola mostraba a las claras qué fue exactamente lo que expresó Cárdenas:
En lo que respecta a la industria petrolera, los intereses privados llegan a ser distintos o antagónicos a los intereses generales, y no se ve motivo para que continúen formándose y vigorizándose. Eso dijo. Palabra por palabra.Y algunos de los mayores estudiosos del cardenismo, como Arnaldo Córdova, o de la historia de la economía mexicana, como Rolando Cordera, han demostrado en las páginas de La Jornada que la mentira de Peña es
falaz y ofensiva, como resumió Cuauhtémoc Cárdenas.
La mentira de Peña y la necedad o necesidad de sostenerla, de machacarnos al estilo de Goebbels (ministro de propaganda nazi que enunció que una mentira repetida mil veces puede convertirse en verdad), me lleva al tema sobre el que insistí el año pasado en estas páginas: ¿cómo no va a mentir Peña con la mano en la cintura, si los autores sobre historia que más aparecen en televisión son mentirosos redomados?, ¿cómo no se va a hablar de los nocivos mitos del pasado si lo que hoy está de moda es desmitificar?, ¿qué importa que todos los libros importantes sobre el tema o el periodo –Arnaldo Córdova, Adolfo Gilly, Luis González y González, Lorenzo Meyer– demuestren el irreductible nacionalismo económico del general Cárdenas?, ¿cómo pedirle a Peña que lea a estos autores cuando recordamos su dificultad para citar más allá de la Biblia?, ¿cómo va a extrañarnos que, por el otro lado, todos los falsificadores de nuestra historia denunciados en estas páginas sean ardientes y fervorosos partidarios de la
aperturade Pemex tal como la proponen los personeros de los poderes fácticos? (Justo la mentira de Peña me obligó a reiniciar la campaña contra los falsificadores, que suspendí desde enero pasado: los invito a que pasen a ella en ese blog de historiadores, espacio propicio, indicado para la necesaria batalla por la historia... si es que se atreven a presentarla: La Revolución, el PRI y Macario Schettino (1 de 2) y La Revolución, el PRI y Macario Schettino (2 de 2) )
Las mentiras de quien es legalmente Presidente de la República demuestran que no sólo está de moda mentir y falsificar nuestra historia, sino que la mentira está bien vista y es aplaudida con fervor en las más altas esferas políticas. Sin embargo, algo bueno tiene esta mentira: muestra la insuficiencia y la impopularidad de los argumentos de los privatizadores, que ya no se atreven a usar la palabra.
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