Las dos décadas del fracaso
Hace 20 años México arribó al Tratado de Libre Comercio (TLC) con un discurso triunfalista. Carlos Salinas prometió la entrada al primer mundo. En la televisión veíamos un incesante bombardeo de propaganda gubernamental que prometía “más empleos y mejor pagados”, la posibilidad de que los empresarios nacionales pudieran ganarle a los corporativos de Estados Unidos y Canadá y que nuestros campesinos por fin pudieran hacer productivas sus tierras y disfrutar de los avances.
El futuro que prometieron era sin duda promisorio. Sin embargo, 20 años después vivimos una actualidad de desengaño. No somos parte de los países ricos y los problemas que vivía el país en ese entonces se han hecho más profundos.
Veinte años después, los neoliberales festejan pero rehúyen a dar cifras porque más allá del cumplimiento de un capricho ideológico no hay datos palpables que los lleven a asegurar que el libre mercado y las privatizaciones son un éxito incontrovertible para el país.
Al contrario, el fracaso es evidente. Hay cifras que lo sustentan. Hoy, de acuerdo a datos del Coneval, 53.3 millones de mexicanos viven en “pobreza moderada” y 11.5 en “pobreza extrema”. No se crearon los empleos que prometieron con el TLC y, más aún, las fuentes de trabajo conseguidas tuvieron salarios insuficientes satisfacer las necesidades básicas de las familias de los trabajadores.
Lejos de incrementar, el ingreso de las familias se ha contraído en el contexto del TLC. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingreso y Gastos en los Hogares, mientras en 2010 los domicilios tuvieron ingresos promedio por 11 mil 645 pesos, en 2008 fue de 13 mil 274 peso al mes.
Los salarios de los trabajadores mexicanos no se han emparejado con las percepciones de los trabajadores de Estados Unidos y Canadá. En México, un trabajador gana en un día lo que un trabajador norteamericano percibe en una hora.
Las fronteras cayeron para las mercancías pero no para las personas. Tan sólo en la administración Obama han sido deportados más de 2 millones de trabajadores mexicanos y la muy promocionada reforma migratoria cada día se ve más lejana.
Uno de los pocos logros que se animan a presumir los impulsores del TLC es el incremento de las exportaciones. En efecto, entre 1982 y el año 2000 las exportaciones se multiplicaron casi siete veces. Sin embargo, en ese mismo periodo, las importaciones crecieron más de diez veces. Es decir, la tendencia a tener una balanza comercial desfavorable no ha cambiado. Muchas empresas nacionales lejos de insertarse en el mercado internacional desaparecieron ante la falta de apoyo.
Las cifras del fracaso son tan contundentes que los artífices del TLC, a 20 años de su entrada en vigor, no tienen otra que reconocer los descalabros. Es el caso de Jaime Serra Puche, Secretario de Comercio y Fomento Industrial con Salinas, quien lacónico admite “el error fue que se llegara a pensar que entraríamos inmediatamente al primero mundo” (Líderes Mexicanos, febrero 2014).
A pesar del rotundo fracaso, los neoliberales no cejan en su esfuerzo por dar cumplimiento a su dogma económico. Ahora dicen que su falta de éxito estriba en que no se había logrado la privatización del petróleo y Peña Nieto reedita la línea propagandística de Salinas. Promete más fuentes de empleo bien pagado y bonanza económica.
No obstante, los buenos resultados no van a llegar. El modelo neoliberal no está hecho para combatir la desigualdad, ni para sacar del atolladero a los países subdesarrollados, sino para favorecer la concentración de capital en unas cuantas manos y para fortalecer a las grandes economías a costa de los países pobres. A 20 años del TLC, los neoliberales intentan de nuevo vendernos espejos a cambio de oro.
@martibatres
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