Estoy seguro de que no se conocen ni han cruzado palabra entre sí. Pertenecen incluso a tres generaciones distintas. Pero sus pensamientos y posturas críticas frente a la concentración del poder político y económico son similares. Difieren en las tácticas y en la naturaleza de sus organizaciones, pero el diagnóstico es prácticamente el mismo.
Son el papa Francisco, jerarca de la Iglesia católica; Pablo Iglesias, dirigente del movimiento ciudadano Podemos, que está desafiando eficazmente al sistema bipartidista español, y Andrés Manuel López Obrador, dirigente de izquierda del movimiento opositor más duro y deliberativo en México.
En su “primera exhortación apostólica”, Evangeli Gaudium, el papa Francisco contrasta los evangelios con la actual situación social y económica del mundo.
“No puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida”.
Luego enuncia los cuatro “No” que su pontificado rechaza y condena: “No a una economía de la exclusión”, “no a la nueva idolatría del dinero”, “no a un dinero que gobierna en lugar de servir”, “no a la inequidad que genera violencia” (pp. 45-52).
El pasado fin de semana, el emergente partido español Podemos volvió a tomar las calles de Madrid para demostrar por qué una encuesta de El País y otra de El Mundo lo ubican en situación de competencia
abierta frente al PP y al PSOE. Más de 150 mil españoles llenaron la Puerta del Sol para iniciar su campaña electoral con el lema “La marcha por el cambio”, donde se da por hecho que al menos la capital española pasará a manos del nuevo partido político.
abierta frente al PP y al PSOE. Más de 150 mil españoles llenaron la Puerta del Sol para iniciar su campaña electoral con el lema “La marcha por el cambio”, donde se da por hecho que al menos la capital española pasará a manos del nuevo partido político.
Pablo Iglesias, “el líder de la coleta larga y la barba rala” (homónimo del histórico líder sindicalista fundador del PSOE), 36 años, formado en la complutense de Madrid, primero como estudiante y luego como maestro de ciencias políticas, vecino y residente toda su vida del popular barrio Puente de Vallecas, forjado en el movimiento de los Indignados del 15 de mayo de 2011, conductor de un programa semanal de opinión en televisión y finalmente catapultado por las redes sociales, volvió a arremeter este fin de semana contra la “decadente”, “corrupta” e “insensible” clase política española, con un discurso antisistémico que en mucho recuerda las posturas de AMLO en México.
Iglesias les llama “la casta”, AMLO “la mafia”. Para Iglesias, PP y PSOE son lo mismo; para AMLO, el “PRIAN” es la misma derecha con siglas diferentes, donde unos son ladrones y otros son rateros. Iglesias llamó a expulsar del poder a los que hicieron de España “una marca, no una patria”, banqueros incluidos; mientras que AMLO convoca a hacer lo mismo con los 30 que asfixian y saquean a México. Podemos es un reposicionamiento de la izquierda española con una fuerte dosis ciudadana. Morena representa un realineamiento de la izquierda mexicana, con una expectativa de crecimiento importante entre los nuevos electores.
El Papa, AMLO, Iglesias. Tres generaciones, tres enfoques, un mismo objetivo: enfrentar la desigualdad, la injusticia, la inmoralidad y la violencia de un mundo que está tocando fondo.
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