jueves, 1 de junio de 2017

Ciudad Perdida
Cede el PRD ante chuchos
Claroscuros en el código electoral
El martes, día crucial
Miguel Ángel Velázquez
C
on la esperanza de lograr una alianza espuria con Acción Nacional, para tratar de ganar algún par de alcaldías en las elecciones de 2018, el PRD en la Ciudad de México por fin cedió a las tentaciones chuchas y decidió caminar junto a los azules y trampear el texto original en cuanto a la elección de concejales para las alcaldías, y además dejar fuera, porque resulta un peligro para todos los partidos, cuentan en la Asamblea Legislativa capitalina, la figura electoral llamada voto efectivo que aprobó la Asamblea Constituyente por unanimidad.
Aunque existen voces que aseguran que cuando menos en el caso del voto efectivo, éste quedará como se estableció en el texto original. Hay otras que aseguran que la forma sería un compromiso del candidato triunfador que conforme suceda el gobierno sería difícil de cumplir; no obstante, una reforma a la Constitución Política de la Ciudad de México (CPCDMX) en su artículo 24, numeral dos, podrá posibilitar que las plataformas políticas que presente el candidato triunfador sean modificadas, siempre que los cambios se sometan a cualquiera de las figuras de consulta ciudadana que contiene la Carta Magna local, porque de lo que se trata es de dar un valor al voto, tanto que impida, hasta donde sea posible, que el sufragio que hoy por hoy no tiene ningún valor en el hecho de gobierno, se convierta en un instrumento tan importante, y que incida de tal forma en la toma de decisiones que su venta, por cualquiera de los métodos conocidos, signifique una alta traición a la comunidad.
De todos modos, dejar fuera esta nueva idea de participación ciudadana efectiva, con un voto vivo en el trabajo del gobernante, sería negar uno de los mayores problemas de la elección: la compra del voto que distorsiona la voluntad popular y envilece a los gobiernos.
La decisión perredista, en el caso de las alcaldías, es entendible de varias maneras, aunque resulte absolutamente contradictoria a la lucha que por mucho tiempo encabezó esa organización para dotar de una ley fundamental a esta capital. La pregunta obligada es: ¿si no querían Constitución para qué se metieron a promoverla? Lo que ha hecho hoy el PRD resulta peor que las impugnaciones que hizo Morena al texto aprobado por la Asamblea Constituyente, porque de facto intenta desaparecer partes fundamentales de lo aprobado.

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