martes, 6 de junio de 2017

Ciudad Perdida
Elecciones mexiquenses
Democracia prostituida
Yerros que enseñan
Miguel Ángel Velázquez
I
gnorar lo que sucedió ayer al país sería tanto como saber con certeza la gravedad del cáncer que nos ataca y tratar de convencer a los demás de que no pasa nada.
No, lo de las elecciones del domingo tiene una carga política que no tiene desperdicio por el horizonte de desgracia que promete. Si el PRI ganaba las elecciones sin duda de trampa o fraude en el estado de México, por ejemplo, nada sucedería, pero un triunfo de dudosa limpieza puede ser más peligroso, incluso, que la derrota.
En este espacio, de muchas formas, con muchas letras, hemos alertado sobre la compra del voto y sobre la distorsión que sufren los gobiernos que nacen del sufragio mercantilizado.
En la Ciudad de México, un resultado que favorezca al mercado electoral preocupa, y mucho, a sus habitantes, porque, como ya se ha dicho, la capitaldel país está rodeada por los 50 municipios más violentos del país, y si se cuestiona a la máxima autoridad estatal, si esta autoridad no cuenta con legitimidad suficiente para convocar al cambio que se requiere, en esta metrópoli la vamos a pasar mal.
Por muchos lados han sonado las voces de alarma que aseguran que el país va mal. Hasta los acólitos del neoliberalismo, los que decidieron entregar, comprar los ideales partidistas con carretadas de dinero de la gente, ahora se quejan de lo que pasa en el país, y con el mejor de sus gestos cínicos advierten que las cosas no pueden seguir como hasta ahora.
Y es que lo que pasó el domingo no queda ahí en el anecdotario de las atrocidades de la democracia prostituida, sino que promete que esa, la que vimos y vivimos en el estado de México, se convierta en el protocolo de competencia, las reglas, pues, de la competencia electoral, así que ganar o perder nada tendrá que ver con el proyecto de gobierno que proponga un candidato, ni de la solvencia política de los partidos que los postulen.
En ese sentido, en el negocio del poder, como en otros muchos ámbitos de la vida actual, la chequera será la que mande. La fórmula es sencilla: tener dinero-comprar votos-adquirir el poder. En la ecuación sólo falta un elemento, pero no tiene mucha importancia. Se trata de la gente, que ya no es factor, cuando menos ahora, en la guerra electoral.
En fin, en todo este combate hay lecciones que quedan en la arena y que merecen ser analizadas. Una de ellas, tal vez la más importante, es el crecimiento de la izquierda en el estado de México. Juntos, Morena, PRD y PT hubieran rebasado el 50 por ciento de la votación, pero no se pudo.
Morena y PRD protagonizaron un episodio muy triste para la población del estado de México. Hoy la razones salen sobrando, la izquierda perdió y será la gente la que, según el relato de la misma izquierda, sufra las consecuencias de otro gobierno del mismo signo en su entidad.
Eso fue lo que a nadie le importó. Juan Zepeda, de quien a final de cuentas dependía que los habitantes del estado de México pudieran cambiar el rumbo de un destino que parece implacable, decidió optar por los intereses de su partido, en el mejor de los casos, y le cerró la puerta al cambio.
No se puede cerrar los ojos, ni los oídos, a las formas con las que se pedía a Zepeda unirse a Morena. Se trataba de un humíllate, que a final de cuentas resultó inaceptable, aunque tal vez en esta ocasión abatir el orgullo hubiera redituado mucho más, políticamente hablando, que la postura que al final no le concede salida al estado de México. En fin, eso ya es historia.
De pasadita
Ya es hora de que alguien ponga freno a las constantes violaciones a la ley que día con día, y a los ojos de todos, cometen los trabajadores de limpia de la ciudad. Con la reducción absurda de la superficie de rodamiento para vehículos con motor en una buena parte de la ciudad, debido al ensanchamiento de las banquetas, los camiones recolectores de desperdicios usan la mitad de las calles para hacer la pepena, y nada ni nadie los quita, por más que se violen las leyes. Ya no cabe en la ciudad otro grupo impune, así que, por favor, tomen nota autoridades.

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