jueves, 26 de marzo de 2009

MEXICO S.A.

La coctelera de Los Pinos

Otra vez contra Bancomext

Atacan pieza esencial en la política anticíclica

Carlos Fernández-Vega
En medio de la crisis económico-financiera, al creativo gobierno calderonista le ha dado por retomar fallidas recetas foxistas en materia de banca de desarrollo. Así, el inquilino de Los Pinos decidió sacar la coctelera y, con el mismo entusiasmo y falta de visión de su antecesor, pretende mezclar todo tipo de bebidas, en el entendido que, dice, al final de cuentas todas embriagan, no importa de qué estén hechas.

Resulta que el mochoacano envió una iniciativa al Legislativo para reformar la banca de desarrollo (propiedad del Estado, aunque dirigida por personeros de la cúpula empresarial) y mejorar las opciones financieras y crediticias que ofrece. Tal iniciativa ya fue entregada al Senado de la República, y de acuerdo con su presidente hoy amanecerá sobre los escaños de los inquilinos de Xicoténcatl.

Entre sus pretensiones está la de fusionar Nacional Financiera con el Banco Nacional de Comercio Exterior, dos instituciones creadas para atender a sectores distintos, las cuales por el capricho de Fox y la reincidencia de Calderón han sido obligadas a caminar de la mano, aunque la primera lleva la batuta y la segunda registra las mayores pérdidas y despojos. Al final de cuentas, supone el inquilino de Los Pinos, da lo mismo fusionarlas, porque ambas otorgan crédito, asesoría y promoción, por mucho que atiendan a empresas distintas con fines diferentes.

En los maravillosos tiempos del cambio, Fox y su secretario de Hacienda –hoy empleado de trasnacional telefónica española– hicieron hasta lo impensable por borrar del mapa a buena parte de la banca de desarrollo, aunque su fijación fue el Banco Nacional de Comercio Exterior, al que quitó atribuciones, recortó personal, debilitó al extremo y lo retiró del presupuesto federal, entre otras gracias. Todo con el fin de fusionarlo a Nacional Financiera. Felizmente no lo logró, por la decidida intervención del Legislativo, el mismo que ahora recibe la nueva iniciativa.

Pero al mochoacano le gustó la idea, y sacó la coctelera. Siete meses después de instalarse (haiga sido como haiga sido) en Los Pinos, Calderón expidió un decreto por medio del cual creó un enorme elefante blanco llamado ProMéxico, dependiente de la Secretaría de Economía, que se dedicaría a promover el comercio exterior mexicano y atender las necesidades de los exportadores nacionales, o lo que es lo mismo lo que desde su fundación (1937) hacía Bancomext, dependiente de la Secretaría de Hacienda.

Como Fox, Calderón cree que la banca de desarrollo debe desaparecer, que es un estorbo a la banca privada y que aquella representa una competencia desleal para ésta. Sólo el estallido formal de la crisis pospuso la decisión calderonista, pues Bancomext rápidamente se convirtió en una de las principales instituciones otorgantes de crédito para las pequeñas y medianas empresas, aunque en los hechos se colaron grandes consorcios.

Parece que el inquilino de Los Pinos realmente cree que la crisis concluye el siguiente verano, según su propio dicho, y con la coctelera en la mano se apresta, si el Legislativo lo avala, a mezclar todo tipo de bebidas para desbaratar instituciones financieras propiedad de la nación. Obvio es que entre los primeros en subrayar esa incongruencia está el sindicato de trabajadores de Bancomext, que si bien no puedo evitar despojos y olvidos, sí ha sido pieza fundamental para evitar el desmantelamiento total. En tiempos de Fox impidió que al banco lo borraran del mapa; con Calderón intenta hacer lo propio con la fusión.
Así, esta agrupación comenta a México SA que el inquilino de Los Pinos comete el mismo error de tratar de desaparecer al principal instrumento público especializado en financiar las exportaciones mexicanas, pero el gobierno lo comete ahora en un entorno de severa crisis económica, con nulo crecimiento y un deterioro galopante de la balanza comercial, cuando más se requiere de todas las capacidades institucionales del Estado mexicano. Lo comete de manera unilateral, sin tomar en cuenta la insistente demanda empresarial de multiplicar el crédito directo de la banca de desarrollo, y sentencia a muerte al Bancomext, proveedor casi único de financiamiento de primer piso al sector productivo. Por ello, hace un llamado a los partidos políticos a rechazar la iniciativa de fusión y a construir propuestas de transformación de la banca de desarrollo con visión de Estado.

Sobre el particular, semanas atrás en este espacio comentamos que Bancomext ha sido víctima de cuatro gobiernos al hilo (de Salinas a Calderón), sobreviviente de la permanente agresión de quien, se supone, debería protegerlo y estimular su crecimiento (léase la Secretaría de Hacienda). A lo largo de los últimos 20 años esta institución de la banca de desarrollo, propiedad de la nación, ha estado a punto de desaparecer en infinidad de ocasiones como resultado de las enormes cargas financieras impuestas por el señor de Los Pinos en turno, entre ellas: generosos créditos otorgados a los amigos que nunca se pagaron; asunción de voluminosos pasivos, porque a los cuates presidenciales les fallaron los negocios; onerosos rescates, nacionales e internacionales, que ya no cabían en el Fobaproa, etcétera, etcétera. A pesar de todo, no pudieron doblegar a la institución. Y de repente, estalla la nueva crisis y el acorralado banco surge como pieza fundamental de la política anticíclica del gobierno federal. Pero éste no ceja en su empeño.

Las rebanadas del pastel

De los lectores y la banca: “días atrás mi familia tuvo que abrir una cuenta en el BBVA Bancomer, la cual se llama Tarjeta Básica; sin embargo, las ejecutivas de dicho banco hacen lo que quieren. De entrada, dicen que no existe dicha cuenta (la cual se promociona en Internet, sección: personas) y ofrecen lo que ellas quieren y como quieren. Para rematar su flamante servicio, la ejecutiva le da a firmar una dichosa solicitud de ‘seguro para hogar’, lo cual no comprendo hasta hoy (según ellas es requisito para obtener una cuenta de ahorros o cheques). En dicha solicitud se tienen que registrar los datos del bien inmueble, aunque la brillante ejecutiva nunca preguntó sobre las condiciones del mismo, pero eso sí cotizó, y la mensualidad del flamante seguro es de 112.00 pesos. Mi familia regresó al día siguiente para cancelar dicho seguro. El trato fue de lo más corriente y vulgar por parte de estas ejecutivas. No cabe duda que la Condusef lleva a cabo su trabajo con eficiencia, para que esta bola de rateros te atraquen de una forma elegante” (Oscar Reyes Sánchez, oskkarreyes@gmail.com).

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