Termino de cenar este martes 25 de octubre y voy a la computadora. Reviso las principales web informativas de México. Desde luego, voy a la página líder, www.eluniversal.com.mx. De inmediato me llama la atención una fotografía en la que posan en torno a una pequeña mesa adornada con flores, aparentemente muy contentos, si no amigos, claramente aliados políticos, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el principal aspirante del PRI a la Presidencia mexicana, Enrique Peña Nieto.
Esa foto me hizo recordar la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari, en 1988. Ahí estaba Fidel Castro, naturalmente entre los invitados de honor. En aquella ocasión, hace 23 años, me pareció de mal gusto que Castro, ídolo de la izquierda mexicana durante décadas, apoyara con su presencia al político priista que, según no pocas evidencias, le había robado la elección presidencial al izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas.
En 2006, durante la campaña electoral presidencial en la que contendieron Andrés Manuel López Obrador, postulado por el PRD, PT y Convergencia; Roberto Madrazo, por el PRI, y Felipe Calderón, por el PAN, alguien me contó que, aprovechando una visita a México del cantautor catalán Joan Manuel Serrat, un artista evidentemente progresista, se le invitó a participar en un programa de televisión producido por el equipo de López Obrador. El cantautor se negó argumentando que no quería molestar “a mis amigos del PRI”. A sus amigos del PRI. Le importaban poco el gobierno mexicano y el PAN. Pero no pudo ir contra sus amistades priistas.
¿Por qué el PRI y sus dirigentes tienen tanto atractivo entre la izquierda hispanoamericana? Es un misterio. Es, también, una desgracia. Si no por otra cosa, porque tal hecho perjudica, bastante, a la izquierda mexicana.
¿Lula con Peña Nieto? Creo que el gran político brasileño, de plano, no sabe lo que hace. Habrá que perdonarlo.
Por cierto, en El Universal hay otros dos fotos de Lula con políticos mexicanos. Una de ellas, con Miguel Alemán, priista. La otra, con Cuauhtémoc Cárdenas, el perredista que desde hace tiempo perdió las ganas de seguir dando la pelea en la verdadera oposición y al que, por lo mismo, tanto quieren ahora el PRI y el PAN.
Si mañana Lula participara en eventos de Andrés Manuel López Obrador o de Marcelo Ebrard Casaubón, nada o muy poco significaría. Nunca han sido importantes los platos de segunda mesa.
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