He tratado de investigar que produce el congreso. No lo que debería de producir, sino los resultados reales de su trabajo. He encontrado datos del 2010:
Según el reporte oficial de la Secretaría de Servicios Parlamentarios de la Cámara Baja, los diputados presentaron 440 iniciativas, de las cuales sólo dictaminaron (analizaron y procesaron en comisiones) ocho, es decir, 1.8% del total de la carga laboral. ¡WOW! Es casi increíble creer que solo 8 iniciativas, solo 8, fueron analizadas y procesadas. Patético, lastimoso y desolador.
No sólo eso. A mediados de diciembre pasado, el Senado envió a la Cámara de Diputados 25 minutas, de las cuales sólo dos se aprobaron, es decir, sólo ratificaron alrededor de 7% de las reformas de la colegisladora; el resto quedaron pendientes.
Para documentar el optimismo (Monsivais Dixit) de las legislaturas de los estados se presentaron seis propuestas, todas ellas se quedaron en la congeladora, mientras que de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal se tramitó, sin éxito, una iniciativa.
En total, en tres meses y medio, con 41 sesiones de cuatro horas, en promedio, los diputados federales crearon tres nuevas leyes, hicieron cuatro reformas constitucionales, 54 reformas a normas ya existentes y tres decretos, además del desafuero de Julio César Godoy. ¡3 nuevas leyes!
De las 399 iniciativas que presentó el PRI, solo 2 se dictaminaron; el PAN presentó 149 propuestas, con cero aprobaciones, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) 83, una de ellas aprobada, y otra más ratificada en el pleno del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Todo esto en el país en que un diputado recibe mensualmente 17 mil 800 dólares mensuales, incluyendo prestaciones y subvenciones discrecionales (según "El uso y abuso de los recursos públicos", del proyecto Public Security Expenditure in Mexico, que desarrolla el CIDE con el apoyo de la Fundación Hewlett y es coordinado por Ana Laura Magaloni y Carlos Elizondo Mayer-Serra).
Desde luego no sorprende que los diputados sean consistentemente quienes tengan la más baja confianza ciudadana entre las instituciones del país. Menos de 2% de efectividad, con un sueldo de casi 18 mil dólares mensuales, realmente impactante. Los desacuerdos, los gritos, las riñas, el ausentismo, la majadería, todo lo que sucede dentro del congreso se ve reflejado en sus números, 1.8% de iniciativas dictaminadas.
Con esos datos, ¿que pasaría si la cámara de diputados desaparece? Solo se me ocurre pensar que tendríamos 8 iniciativas y 3 leyes menos.
¿Pero si la mitad de los mexicanos se muestran desinteresados por los asuntos públicos: al 30% le importan poco, y al 20 restante “nada” según la encuesta nacional de cultura y legalidad realizada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, como presionar entonces a los políticos?. No podemos seguir en esta apatía. Los ciudadanos no nos merecemos esta clase política.
Es momento de despertar.
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