Las pruebas de que efectivamente vivimos un proceso electoral desaseado y fraudulento son demasiadas. No sólo las que presenta el Movimiento Progresista y un sector del PAN, a regañadientes de los panistas que ya encontraron acomodo en el "nuevo" pri - gobierno, sino las que surgen todos los días de la misma sociedad civil que, según Peña Nieto, lo eligió PRESIDENTE.
Pocos creen que la FEPADE, el TRIFE y el IFE actuarán con apego a la legalidad y sobre todo a la constitucionalidad, sin embargo, parece que las cartas ya están echadas y que nada evitará el regreso de un PRI que devastó al país y hundió a millones de mexicanos en la pobreza y la ignorancia. Pobreza e ignorancia que por cierto siguen utilizando sin decoro para mantener el círculo vicioso que les permite mantenerse en el poder.
Lo que no han considerado los compradores de esta elección presidencial es que así como aumentó la pobreza en México se multiplicó la toma de conciencia de un sector que puede no aceptar el palomazo que piensan dar a un presidente que el pueblo rechaza en las calles y en las plazas públicas, especialmente los jóvenes y los académicos, un presidente atado de pies y manos a los intereses de siempre: enriquecimiento y privilegios para unos cuantos, reformas para seguir sangrando a los trabajadores y a la nación y empoderamiento de los medios de comunicación masiva que decidieron esta elección.
El avance de la ciudadanía en la defensa de la democracia y el respeto a la ley, no dará marcha atrás.El riesgo es que si nuestras instituciones no logran desaparecer las pruebas mediáticamente, pueden caer en la tentación de desaparecer a quienes las presentan. No sería la primera ni la última vez.
Hay que cuidar a nuestros jóvenes, dijo acertadamente Elena Poniatowska ante el surgimiento del # Yo soy 132.
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