miércoles, 4 de julio de 2012

Elecciones y votos. Procesos y resultados-- ANEL GUADALUPE MONTERO DÍAZ

No se trata aquí de encumbrar al señor Andrés Manuel López Obrador al costo que sea, como Presidente de México. Me parece que las dudas que surgen respecto a la jornada electoral, serían las mismas, de tratarse de figuras como Marcelo Ebrard o Miguel Ángel Mancera. Algunas de ellas, son:

¿Puede leerse la jornada del 1 de Julio al margen de los hechos que demuestran que hubo venta de votos?
¿Debe, eso que llamamos Democracia, hacer a un lado el proceso electoral y solamente tomar en cuenta el resultado?
¿Es la Democracia una cuestión de aritmética pura, como dice Videgaray o debe considerar la compra del voto, la manipulación de las encuestas y las percepciones estratégicas que construyen las televisoras a favor de tal o cual candidato como factores que restan legitimidad a la ecuación?
¿Es México una democracia simulada, una democracia real o una mujer en labor de parto tratando de parir una nueva generación de ciudadanos que asumen su rol en el marco de sus derechos electorales?
¿Por qué etiquetar de “revoltosos”, “pejistas” y “anarquistas” a quienes haciendo uso de sus derechos electorales amparados por las instituciones de este país, deciden basados en el derroche, dispendio y financiamiento (ideológico, mediático y de encuestas) presente en el proceso electoral, pedir una revisión de la contienda?
¿Las instituciones mexicanas avalan la legitimidad o la legalidad de la figura presidencial?
Si en el fondo es evidente que todo esto es un problema educativo, de formación cívica y ética del ciudadano mexicano ¿cómo interpretar entonces el Gordillato mexicano, en el cual, 22 años después de que el hombre que quiso ser rey [i]encumbrara a la lideresa magisterial, 8 de cada 10 bachilleres son incapaces de interpretar la idea principal de un texto?

Priístas hablando de madurez ciudadana es algo digno de analizarse. El ciudadano maduro, consciente y responsable, pasa facturas a sus gobernantes, los considera empleados del pueblo y no perdona las corruptelas de los partidos que los llevan al poder. Moreira, Herrera, Gordillo, Ulises Ruíz, Mario Marín y demás, son solamente botones de muestra que tienen su justo espejo en los demás miembros de la clase (¿?) política.

“En la democracia, se gana y se pierde”, dicen los priistas, pasando por alto que para ellos, perder es ganar, porque no tienen empacho en negociar su “comportamiento democrático” en las cloacas políticas de este país. Ahí está la lideresa magisterial y las concesiones obtenidas al amparo de este sexenio. El PRI la encumbró, pero nunca obtuvo más posiciones de poder que bajo el amparo de la crisis de legitimidad del señor presidente Felipe Calderón.

¿Usted qué opina, estimado lector?

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