jueves, 5 de julio de 2012

Que se alejan de AMLO su gabinete, Ebrard, etcétera-- FEDERICO ARREOLA

Dice Francisco Garfias, en Excélsior:

“Palomas versus halcones. Jaloneos entre radicales y moderados”.

“El fantasma de la polarización al acecho. ‘Hay quienes quieren recorrer nuevamente el camino de 2006’, admite, con franqueza, el senador Carlos Navarrete”.

“Navarrete precisa que hay otra parte de la izquierda, moderada e institucional, que exige no apartarse del marco legal. Está en la línea del “voto por voto” que promueve López Obrador, pero declara, sin vericuetos, que si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratifica el triunfo de Peña Nieto, una vez resueltos los recursos de impugnación, ‘hay que reconocerlo’...”.

“En el bloque de los moderados se ubica la mayoría de los triunfadores en la elección del pasado primero de julio. Tienen mucho que perder. Una polarización les resultaría inconveniente. Los de Morena dicen que a este grupo pertenecen Miguel Mancera, jefe de Gobierno electo del DF; y los gobernadores electos de Morelos, Graco Ramírez, y de Tabasco, Arturo Núñez. El actual alcalde capitalino, Marcelo Ebrard, el ex regente Manuel Camacho, el diputado Guadalupe Acosta, el propio Carlos Navarrete”.

“Los radicales de la izquierda repiten que por ningún motivo van a reconocer el triunfo de Peña Nieto. Son los que ya no tienen mucho que perder. En este bloque estarían López Obrador, su coordinador de campaña, Ricardo Monreal, el petista Alberto Anaya y Dante Delgado”.

Dice Julio Hernández, en La Jornada:

A Andrés Manuel López Obrador “le están erosionando ciertos puntos institucionales de apoyo que de por sí nunca estuvieron verdaderamente con él: Miguel Ángel Mancera, es decir, Marcelo Ebrard, ha tomado con premura la llamada de felicitación de Peña Nieto, mientras Graco Ramírez (el primer gobernador en nombre de la izquierda domesticada, mercantilmente acomodaticia), los Chuchos y un segmento explícito del cuauhtemismo cuentan las horas para que termine el proceso de impugnación legal demandado por el tabasqueño, para ellos de inmediato aceptar el resultado que cantadamente favorecerá a Peña Nieto”.

“Por lo pronto, Ebrard, Cárdenas, Juan Ramón de la Fuente y otros personajes propuestos para acompañar a AMLO en un gabinete presidencial no dan muestras ni siquiera pálidas de respaldarlo en sus exigencias de depuración electoral, mientras corren con insistencia las versiones de que más bien le han planteado la necesidad de que deponga cualquier pretensión de resistencia y se allane a los resultados oficiales que favorecen a Peña Nieto (en cuyo entorno también se habla del golpe maestro que significaría el que éste invitara a alguno o algunos de esos hipotéticos miembros de un gabinete pejista a que se integren al del PRI, en un ejercicio de cohabitación política, de ‘coalición’, que dejara en solitario a López Obrador)”.

En efecto, Mancera ya habló con Peña Nieto. Y lo mismo hicieron los perredistas ganadores de las elecciones a gobernador de Tabasco, Arturo Núñez, y de Morelos, Graco Ramírez Abreu.

En Milenio, Ramírez Abreu, “virtual gobernador de Morelos, pidió a Andrés Manuel López Obrador que una vez realizado el conteo voto por voto y agotadas las instancias legales, si no se cumple su ideal de ser Presidente de México, debe ‘saber asumir las consecuencias y saber acatar’ y no pensar en un nuevo plantón”.

En círculos empresariales de Monterrey se dice, con insistencia, que dos de los hombres de negocios que apoyaron a López Obrador, Fernando Turner (propuesto por AMLO para la Secretaría de Economía) y Alfonso Romo (convertido en la recta final de la campaña en uno de los principales estrategas del izquierdista) ya buscan puentes de negociación con el actual gobierno federal panista y con la próxima administración que ellos sienten inevitablemente será priista.

Los temores de esos empresarios, como los de todos aquellos que se involucran en actividades electorales, es que, por la normatividad financiera internacional, ya son considerados “políticamente expuestos” para los bancos de todo el mundo, lo que con una poquita de mala fe del gobierno podría traducirse en sospechas de lavado de dinero, algo realmente muy complicado para hombres, como los mencionados, que realizan operaciones bancarias en varios países.

Lo cierto es que Andrés Manuel no necesita a los “moderados” de izquierda para nada. Su protesta seguirá si él, y solo él considera que es justa, es decir, que le ganaron a la mala, y que además cuenta con el respaldo de un sector importante de la población.

Si siente que hay pueblo dispuesto a acompañarlo, López Obrador seguirá en su lucha, lo quieran o no sus aliados más importantes, sean o no sensatas las razones de estos.

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