Un punto importante en el que tendremos que ponernos de acuerdo quienes nos oponemos a seguir por el mismo camino es sin duda lo que significa resistir.
Para la derecha y los medios de comunicación a su servicio, o más bien la derecha al servicio de los medios, ya no se sabe, resistir es sinónimo de violencia, y nada de eso ha ocurrido durante los actos de resistencia que se han llevado a cabo los últimos años en el país. Años de desastre y desesperación que ameritarían una revolución armada.
Un hombre que supo resistir sin violencia fue sin duda el gran escritor argentino Ernesto Sábato, a quien le admiraba la gente que luchaba creando belleza en medio de los embates de un mundo bárbaro y hostil. Tenía razón porque a través del arte se lucha y se resiste. No es fortuito que la mayoría de los artistas se coloquen siempre del lado del oprimido y no del opresor, con sus excepciones, claro.
Al final de su vida, Sábato nos enseñó que resistir no sólo es salir a las calles y denunciar las injusticias. Negándose hasta el último de sus días a abandonar la resistencia, compartiré su sentir: "resistir es velar, cuidar las cosas valiosas que necesita el hombre para dignificar la vida".
En un fragmento de su obra "Diarios de mi vejez", escribió:
"Me pregunto en qué clase de sociedad vivimos, qué democracia tenemos donde los corruptos viven en la impunidad, y al hambre de los pueblos se la considera subversiva. He vivido en un tiempo histórico de ruptura y tan viejo soy que hay en mí distintos sedimentos, como en las montañas. Así todavía guardo de mi juventud las marcas de las luchas sociales. Pienso que los chicos me querrán porque nunca dejé de luchar, porque no conseguí instalarme en ninguna época, y hoy, trastabillando, me siento cerca de la gente que aprendió a vivir de otra manera. Y muy cerca de los jóvenes que después de este horror de mediocridad, indecencia y ferocidad, pujan por nacer a otra cultura que vuelva a echar raíces en un suelo más humano. "
Es el humanismo lo que está faltando en nuestra sociedad para hacer a un lado lo que no tiene valor espiritual y sólo sirve para separar a los hombres de los hombres y a las ciudades de las ciudades.
En esta carrera desenfrenada por el poder y el dinero se van haciendo a un lado los motivos que deberá tener la gente para celebrar la vida. Pero la vida ya no vale nada. Más de 70 mil muertos y los responsables sonrientes, felices por la posibilidad de mantener un régimen que sólo trae sufrimiento al pueblo y retroceso a la nación.
Tenemos que seguir resistiendo con esta última visión que nos regaló Sábato; velando, cuidando lo que dignifica la vida, haciendo a un lado el egoísmo y la ambición de bienes materiales mientras nuestros semejantes carecen de pan y techo para sus hijos, mientras mueren en el anonimato compatriotas atravesados por una bala, por una enfermedad que no pudieron curarse o por la irresponsabilidad de funcionarios que privilegiaron el negocio jugoso a la integridad de los ciudadanos. 49 niños quemados vivos y ningún responsable tras las rejas deben decirnos algo. Tenemos que seguir resistiendo mientras mueren jóvenes inocentes, defensores de la tierra y periodistas que cumplen su misión de informar a la sociedad. No puede ser de otra manera, no hay borrón y cuenta nueva.
La resistencia, diría yo, obedece a un dolor profundo y a la necesidad de aliviarlo. En ello no debe haber claudicación ni división que valga la pena.
Hay que resistir y trabajar desde cualquier espacio para lograr la transformación que el México Profundo pide a gritos desde hace muchos años.
Hay que resistir y trabajar para poder gritar con emoción, y no con miedo y rabia, un ¡Viva México!
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