Un líder “vendido” y un movimiento que continúa…
Maestros de la CNTE protestan en la embajada de EU. Foto: Benjamin Flores |
Los maestros de la Sección 22 de Oaxaca se lanzan contra su dirigente Rubén Núñez Ginez, a quien acusan de haber traicionado al movimiento. Le reprochan también el envío de más docentes para reventar el plantón que mantienen en el Monumento a la Revolución y el intento de dividirlos para que regresen a su estado. Pero ellos le recuerdan que no se irán con las manos vacías y que las decisiones se toman desde abajo, desde las bases.
La noche del jueves 19 de septiembre, secretarios sectoriales disidentes de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) comenzaron a avisar en el plantón que mantienen en el Monumento a la Revolución que al día siguiente iba a haber un repliegue. El movimiento, según las bases, estaba “vendido”.
El sector Tlacolula de Matamoros, de educación indígena, improvisó una marcha al interior del campamento. A sus pasos los acompañaban las consignas: “No al repliegue, el movimiento no se vende”, se corearon cientos de voces.
Profesores de distintas regiones les gritaron “Maestros huevones”, estigma con que los ha marcado la sociedad, los medios de comunicación y el gobierno. Otros los apoyaban: “Ni un paso atrás, maestros”.
La protesta no fue gratuita. Tenían información de que ese día, tras seis horas de negociación en la Secretaría de Gobernación, sus dirigentes encabezados por Rubén Núñez Ginez, secretario general de la sección de Oaxaca –única que permanece masivamente plantada en la Ciudad de México para exigir la abrogación de la reforma educativa– había pactado con el subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda; el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, y en presencia de Juan Díaz de la Torre, dirigente del SNTE a quien la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) nunca ha reconocido como tal por haber sido impuesto desde el gobierno.
A la salida de tal reunión, el director general del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), Manuel Antonio Iturribarría, fue el encargado de difundir lo pactado: el regreso de los docentes a las aulas de Oaxaca estaba programado para el lunes 23.
A cambio, según el funcionario estatal, la coordinadora rescataría los pagos retenidos por el ciclo escolar en curso, la incorporación de mil 500 trabajadores al régimen de contratación del ISSSTE, el mantenimiento a las escuelas Normales de Oaxaca, ajustar la evaluación para los docentes de ese estado a sus circunstancias “particulares” y la valoración del Programa para la Transformación de la Educación de Oaxaca (PTEO), modelo educativo impulsado por los mentores de la coordinadora.
También se habló de discutir el papel protagónico que ha cobrado la sección 59 del SNTE en Oaxaca, dispuesto por el gobierno para sustituir a la 22 en las escuelas públicas.
La noticia se expandió como virus por los medios informativos. Iturribarría aseguró que esto se había plasmado en un documento firmado por el líder de la CNTE, el gobernador Cué y el subsecretario Miranda, quien, a sabiendas de los métodos asamblearios de la coordinadora, exigió al docente la capacidad resolutiva para el acuerdo.
El viernes 20, el “arreglo” fue portada de los principales diarios del país. Incendiado el campamento con la furia de las bases, la dirigencia de los maestros disidentes de sección 22 tachó de “vil mentira” que en el acuerdo firmado se comprometieran a regresar a su estado y reivindicó a la asamblea estatal como poder máximo para la toma de decisiones.
Lo único que pudo documentarse con una minuta firmada por el gobernador Cué, Núñez Ginez y el propio Iturribarría fue el acuerdo de una partida de 100 millones de pesos para un programa de fortalecimiento de infraestructura para las escuelas normales del estado.
No obstante, desde la dirigencia sindical se propuso realizar una consulta para decidir si el movimiento debía regresar a su tierra, dejando una comisión representativa, o permanecer en plantón.
“Se nota que arriba hay negocios. Están incitando cada vez más para que desconozcan a los líderes. Inició la fiebre de insurrección”, dice un profesor que participó en la marcha nocturna, anónimo, al amanecer de una entrevista.
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