domingo, 22 de diciembre de 2013

El extraño caso del doctor Manlio Fabio y mister Beltrones

En días pasados Manlio Fabio Beltrones, coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, calificó a quienes se oponen a la privatización del petróleo mexicano como “hipócritas nacionalistas”. Viniendo de este personaje de la picaresca política asociado generalmente a prácticas oscuras y gansteriles, las declaraciones no pueden ser más absurdas y fuera de lugar.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Don Beltrone (como también se le conoce), cae redondo en la sintomatología de la hipocresía que es definida como “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”.
Es así porque apenas el sexenio pasado, Manlio Fabio era un férreo defensor del petróleo y en una entrevista para televisión declaró: “Estas iniciativas plantean que las refinerías, y los ductos y los almacenajes los haga la iniciativa privada y nosotros decimos que no, que lo siga haciendo el Estado mexicano.
Debemos regresar la confianza en los mexicanos de que sabemos hacer las cosas, no podemos seguir poniendo en duda la capacidad del Estado mexicano para poder hacer cosas, cosas que beneficien a los mexicanos. Nos damos por vencidos ya con esas iniciativas de que los mexicanos no servimos para ello o por lo menos los mexicanos que formamos parte del Estado”.
Lo anterior lo decía en relación con la iniciativa de privatización del petróleo impulsada por Felipe Calderón en 2008. Hoy, este mismo personaje adopta el discurso del panismo y ya convertido en un paladín de la privatización asegura sin empacho: “Sí a las asociaciones para acelerar la modernización. La energía en México debe ser para la competitividad y a través de la competitividad tener crecimiento económico, a través del crecimiento económico que viene de las inversiones nacionales y extranjeras”.
El contraste de estas declaraciones nos exhiben a dos Manlios, el “nacionalista hipócrita” y el neoliberal que declara sin empacho que “los mexicanos no servimos”, el político que abdica del Estado pero que lucha para mantenerse en su nómina.
Como el caso del Dr. Jekyll y el Mr. Hyde, vemos en Manlio Fabio Beltrones a un personaje con trastorno de personalidad, sólo que en este caso sus cambios de opinión no están marcados por un problema psiquiátrico, sino por los intereses y principalmente por los negocios de su partido, el PRI.

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