Cacería de “odiadores” en las redes sociales
Esto del odio en las redes es delicado, ¿quién decide qué es odio y qué no? Normalmente, el identificador de odios es un maniático odiador, ¿no?
“Bajo reserva” de El Universal del domingo 5 de enero destaca que “De manera oportuna y ante el crecimiento de campañas de odio en las redes sociales, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación que preside Ricardo Bucio, inició una etapa de capacitación a jóvenes para que sean la punta de lanza de un programa que busca inhibir los ciberataques que promueven algunos personaje o grupos políticos y sociales. Los chicos serán expertos en identificar discursos de odio en internet, que son catalogados como ciberbullying, ciberacoso y ciberodio… Don Ricardo [qué formas tan trasnochadas del diario y tantos periodistas que continúan usando el “Don” como ironía o elogio aplicado a políticos y “figuras”], con este proyecto, da el primer paso para combatir tales prácticas.”.
Desde que en el siglo XXI detonara el poder ciudadano en las redes sociales, a éstas se les ha querido regular, controlar, coartar y aun bloquear. Esto incluye tanto a países dictatoriales como supuestamente democráticos.
La exposición de la corrupción, la ventilación de información “confidencial”, la crítica, no ha gustado a los políticos que han sido exhibidos en su desvergüenza y en sus limitadas cualidades éticas e intelectuales. Tampoco les ha agradado a muchos otros la capacidad expresiva del lenguaje “callejero” de las redes, en particular del twitter; virtualidad que suele ir de lo “poético” a lo más crudo posible
Tenemos el notable caso de Enrique Krauze, quien en julio de 2010 acusara de “cloaca” a la red del pajarito. Hoy, Krauze se ha metido hasta la nariz en la cloaca; es un tuitero frecuente. Se dio cuenta de que su crítica purista y superflua sería inútil contra ese ánimo expresivo tan potente de las redes y decidió participar y evitar el anquilosamiento.
El ataque a las redes y su capacidad de denuncia y crítica proviene sobre todo de los grupos conservadores ya sean políticos o empresariales, medios y aun “intelectuales” (extraña que un intelectual, un escritor, se impresione por el lenguaje crudo). Si Krauze llamó cloaca al twitter, ahora, de acuerdo a la nota de El Universal, Bucio y el CONAPRED buscarán dar voz a los quejosos e impresionables identificando, denunciando, inhibiendo y combatiendo a supuestos odiadores en las redes. Odiador, adjetivo de reciente aceptación en el diccionario de la RAE, tiene su presencia más activa entre el racismo y la discriminación gringa: haters. No es sorpresivo, pues, que en México se quiera oficialmente generalizar su uso, tan impregnados estamos de la influencia estadounidense cada vez más omnipresente.
¿Qué, no ha habido discursos y verdaderas campañas de odio antes de la era del twitter sin que las instituciones mexicanas responsables hicieran algo? (CONAPRED se fundó en 2003). ¿Recuerdan lo de “Un peligro para México”, no se consideran los discursos sobre los límites de la tolerancia que rayan en la intolerancia y la amenaza, o el lenguaje y, peor, la acción contra los indígenas, los campesinos y los pobres?
Ahora bien, ¿quién establecerá y quién juzgará qué es odio y qué no y quién lo practica? ¿Bucio, sus chicos, gobernación, la oficina de la presidencia?
Porque si bien es cierto que existen ciertos criterios generales en relación a la raza, la religión, la sexualidad, etc., de acuerdo a la experiencia en twitter, muy fácilmente se puede confundir al odiador y al odiado, o manipular la información con tal de acusar a quien sólo ejerce la crítica. Ejemplos “clásicos”:
1. Quien crítica y denuncia las políticas criminales del estado de Israel es acusado de antijudío, de antisemita, de odiador; un sofisma (sin dejar de reconocer que puedan existir auténticos odiadores a partir de la ignorancia).
2. Quienes desde la izquierda critican las políticas oficiales, ¿son odiadores o están en su derecho?
3. ¿Los “Peñabots” son detestables odiadores o qué son?
4. ¿Un periodista defensor del oficialismo es odiador u odiado?
Esto del odio en las redes es delicado, ¿quién decide qué es odio y qué no? Normalmente, el identificador de odios es un maniático odiador, ¿no?
Prefiero el verbo detestar a odiar. El segundo me parece violento y lleva aun al crimen, en tanto que el primero solamente rechaza y procura distanciar y desdeñar el objeto de que se trate. Por tanto, siempre he pensado que quien habla de odios y utiliza el verbo y el adjetivo es más propenso al ejercicio del mismo; porque está en su lenguaje, en su estructura mental.
Habrá que estar pendiente de lo que diga y haga el CONAPRED, porque el anuncio se lee más bien como otro intento por controlar, coartar y censurar la libertad que constantemente se ve amenazada en las redes sociales.
¿Y esta cacería se convertirá en política oficial del gobierno?
¿El estado mexicano a través de una institución pública como CONAPRED se convertirá en cazador odiador de supuestos odiadores?
P.d. Mancera inicia el año continuando su labor priista en el DF, “barrió” a los maestros del monumento a la Revolución. Y López Obrador vuelve a la actividad hoy 6 de enero; enhorabuena.

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