Marcelo Ebrard enfrenta al nuevo rostro de gobernar; imposición y autoritarismo
Ebrard tiene derecho a hablar, a defenderse en este asunto que se estaría perfilando como venganza de Peña
¿Cómo se gobierna en México en los tiempos de la tv y el nuevo-viejo rostro del PRI encarnado por Peña Nieto y su séquito?
Con imposición y autoritarismo. 4 ejemplos:
1. Reforma energética. Se impuso una reforma constitucional y las leyes secundarias respectivas sin consultar a la sociedad y aun reprimiéndola, encapsulándola cuando quiso manifestarse. Los instrumentos para la imposición fueron el congreso, la “Suprema Corte de Justicia de la Nación” y la policía de jefe de gobierno de la ciudad que impidieron el derecho a la opinión, la consulta y la libre manifestación.
2. Ayotzinapa. Se ha querido imponer una “verdad histórica” concluyente que cierre el caso. El instrumento para esta imposición es la institución encargada de procurar justicia en manos de un seguro servidor compañero de partido, Murillo Karam, que al cerrar el caso estaría negando a la sociedad el derecho a la verdad incuestionable y a la justicia ídem. Otro instrumento se cierne para callar las protestas y cerrar el caso: las amenazas de Osorio Chong.
3. La casa blanca y las otras. Se impone un juicio unilateral sobre la posible corrupción del encargado del ejecutivo, su esposa y al menos uno de los de su gabinete, Videgaray: No hay conflicto de interés, deciden e imponen negando la posibilidad de una investigación a fondo para clarificar un caso que involucra al menos 4 casas, 2 de Peña, 1 de Rivera y otra de Videgaray, y a 2 grupos de empresarios benefactores y beneficiarios de los nombrados. El instrumento de la imposición son ellos mismos: se juzgan y se auto exculpan.
4. Marcelo y la línea dorada. Como una orden de Los Pinos, se dice, se quiere imponer un proceso y una sanción a Marcelo Ebrard como responsable del fallo de la línea 12 del metro sin haberle dado la oportunidad de dar su versión y presentar sus datos. Ebrard podría ser responsable completo, parcial o inocente, más en cualquier sociedad democrática habría tendido el derecho de hablar. No en México. Los instrumentos son de nuevo los priistas llamados “diputados” de nuevo rostro.
Ebrard tiene derecho a hablar, a defenderse en este asunto que se estaría perfilando como venganza de Peña porque, de acuerdo al columnista García Soto, de El Universal, el exjefe de gobierno le habría dado la información a Carmen Aristegui que activó el escándalo sobre la casa blanca. Y si fuera cierto, que existe una complicidad Aristegui-Ebrard, vaya escándalo. Pero nadie ha dado prueba alguna de la acusación. Antes bien, a pesar de que Aristegui y Ebrard han desmentido al columnista, ésta ha guardado un silencio cómplice con quien le haya ordenado escribir su acusación que pretende desprestigiar tanto al político como a la periodista.
¿Venganza o corrupción?, se pregunta Julio Hernández López y es la pregunta que se hacen todos. Pero Marcelo tiene el derecho de hablar y no se le deja (en cambio, los sospechosos de “conflictos de interés” siguen como si nada y los responsables de la guerra y la muerte en México se divierten en un juego gringo en Estados Unidos, muy felices). Ya para que hasta el cínico de Carlos Marín abogue por Ebrard, es que realmente algo está podrido en Dinamarca, México.
En los tiempos el nuevo-viejo rostro de siempre y la tv, la democracia brilla por su ausencia. Ayer como hoy, Imposición y autoritarismo son las banderas izadas en México.
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