Cuauhtémoc e Iztapalapa: la mano que mece la cuna
Boquete con dinero mexiquense
Miguel Ángel Velázquez
El problema es más profundo de lo que la ambición y la impunidad supusieron.
En la elección perredista del domingo pasado no actuaron nada más los aparatos tribales que compraban votos, que canjearon sufragios por despensas, también hubo mano negra, o mejor dicho mano tricolor. En el PRD se sabe, aunque nadie se atreve a decirlo en público, que en el ejercicio las hordas priístas inflaron los resultados para tender una trampa de la que los amarillos no quieren, o aún no pueden, saber nada. No hay lugar en el PRD donde no se diga que la borregada del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, votó, y fuerte, en la elección amarilla, en cuando menos dos delegaciones: Cuauhtémoc e Iztapalapa.
Según nos dicen, la delegación Cuauhtémoc fue una de las elegidas para encajar el diente tricolor hasta el fondo. Allí la cosa será difícil para mantener la demarcación en manos del PRD. Son varios los elementos para el análisis: Primero, existen varias acusaciones en contra de la dupla José Luis Muñoz-Agustín Torres, que aún si son ignoradas por las autoridades, ya fueron bien registradas tanto por el PAN, como por el PRI. Denuncias que serán utilizadas y difundidas en automático, y con toda la fuerza mediática que dan los dineros que quiera invertir Peña Nieto, en julio próximo, por lo que la dupla será extremadamente débil como para ganar la elección.
Dos: una buena parte de los votos que obtuvieron Muñoz y Torres provienen de las filas de los ambulantes enrolados en las filas de la más poderosa jefa de los comerciantes callejeros: Alejandra Barrios, es decir, son votos priístas que no se repetirán, desde luego, en la elección federal, y que dejarán caer a la dupla perredista, que tampoco contará con el sufragio de los amarillos que de ninguna forma irán a su favor.
La debilidad manifiesta de los candidatos perredistas hizo que los estrategas del estado México escogieran a la Cuauhtémoc como el principal escenario para montar el ensayo de la toma del DF por parte del PRI.
Salió bien. Las únicas casillas que exhibieron filas más o menos largas de votantes fueron las instaladas en el Centro Histórico, y hasta donde se nos dice no eran vecinos deseosos de hacer democracia quienes esperaban para ejercer su derecho al sufragio, sino vendedores ambulantes que, vestidos con camisetas o listones verdes para estar bien identificados, cumplían con la orden que habían recibido: votar por la tres.
Y así fue. Las urnas se llenaron con más papeletas que las que obtuvo, incluso, López Obrador en 2006, cosa posible, pero no creíble, y con ese sello, y bajo esa estrategia Muñoz y Torres ganaron la elección.
Como ya dijimos, Peña Nieto abrió, el domingo pasado, un corredor que podría llevar al PRD a perder la elección federal de la delegación más simbólica para ellos, la delegación donde se halla el Zócalo, la plaza pública más importante del país, y también la sede del Gobierno del DF.
Cosa curiosa, el PRD tiene la oportunidad de ganar Miguel Hidalgo, donde se hallan Los Pinos, pero ha puesto en gran peligro la Cuauhtémoc. Será bueno el cambio?
De pasadita
¿Y qué esperaban, que Jesús Ortega reconociera el chuchinero? Ni que fuera masoquista. Y otra: nos aseguraron que la señora Rosario Ibarra de Piedra renunciará en breve al Partido del Trabajo porque considera inaceptables los acuerdos de ese organismo con el PRI rumbo a las elecciones de julio. ¿Será?
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