Llevo tiempo leyéndote, la pasión de tu voz escrita siempre me pareció cautivadora. Reconozco que me decepcionó la manera en la que, como tantos otros llamados intelectuales, caíste en tu propia decepción que se subió a la ola mediática descalificadora, cuando AMLO no aceptó el resultado electoral en 2006 y fue declarado Presidente Legítimo por la suficiente mayoría que había votado a favor del cambio verdadero.
El líder electo, pero impedido de ejercer la presidencia constitucional, apaciguó a la multitud que lo que deseaba era sacar a punta de cañón al impuesto por la oligarquía prianista de forma violenta, o contar voto por voto para comprobarle a los mexicanos que la diferencia no había sido decimal sino de varios puntos conceptuales y contundente.
Aún bajo el fracaso de esta exigencia incumplida, la gente guiada por el líder redirigió su meta hacia la de continuar organizándose pacíficamente hasta lograr que por inercia de su peso numérico en las urnas, el programa de gobierno fuera uno distinto. Uno cuya propia disciplina ética le forzara a dedicarse a solucionar los problemas hacia el interior del país, los retos comunes, a atender al ciudadano lo mejor posible.
Costaba entender cómo un individuo como Javier, que conocía la virtud de la congruencia, de la libertad para expresar la claridad de conciencia , que había practicado la ética y la honradez, no le pareciera loable y excepcional, dadas las circunstancias históricas pasadas, que un líder humanitario de alcance nacional, se hubiese entregado a la tarea de continuar, a contra corriente, la epopeya de seguir recorriendo el país y convocando en el Zócalo a la gente, para dejarle saber a la población que su lucha por la transformación de la vida pública que hoy raya en el caos de la incertidumbre y en la violencia, no cejaría. Que la revolución de las conciencias mexicanas seguiría siendo su misión. Que su camino sería el de la paz y el de la concordia, sin desvíos hacia la ambición del poder por el poder, sino el de llegar para ejemplificar la ruta colectiva de una regeneración integral. Legislar a favor de la revocación de mandato, una premisa de su proyecto alternativo de nación.
Esto no se había visto en México. Los demás líderes opositores a la política de siempre, al sentirse apabullados se debilitaban y caían bajo el dominio aplastante de la plutocracia. Ninguno había demostrado este infalible compromiso, esta honorable convicción. La misma convicción has mostrado tú, Javier, magnificada desde que tu niño amaneció sin vida junto a sus amigos. Sin restricciones para exigir, para movilizar, para empujar fuera de la entrada de San Lázaro a los guardias, instruyéndolos a ellos y al resto de la población sobre una intencionalmente velada realidad: que somos nosotros los dueños y señores de ese recinto institucional; que es nuestra casa y que los que la ocupan se deben a nuestro servicio.
Dices que no te interesa el poder de la actividad burocrática, pero si persistes en el sostén de los diálogos con ese sector donde se fraguan las decisiones que a todos nos afectan y haces bien en tampoco cejar, de cierta forma reconoces que es ahí donde yace el reto, la problemática que hay que corregir. Nuestros movimientos comparten el auténtico compromiso. Tú eres protagonista del cambio, al igual que lo somos millones, pero se necesita una representación política de este sentir. Por ello apoyamos a AMLO.
Por último te expreso por este medio un humilde consejo relacionado a tu principal interlocutor, Manlio Fabio Beltrones, quien asistirá al castillo en representación de los ocupantes del recinto que nos pertenece, pero no representa realmente al pueblo. Hace algunos días declaró públicamente que en la reunión que sostendrán en Chapultepec el jueves, no habrá acuerdos escritos sino puros verbales, lo que en mi opinión es una advertencia petulante, falta de respeto y fuera de lugar. Como no explicó a qué se refería con lo dicho, habría entonces Sicilia de comenzar el convivio expresando algo como lo siguiente:
“…Hablo por todos aquellos ciudadanos por la paz y la justicia a quienes aquí representamos, para informarle al señor Beltrones, presidente de nuestro Senado, que para nosotros la palabra vale. No venimos a perder el tiempo. Cualquier acuerdo verbal en el transcurso de esta reunión del día de hoy, será válido y se considerará como un compromiso formal adquirido por usted, nosotros o quien corresponda…”
Si con esto expresado no se obtiene una respuesta positiva, lo honorable será retirarse de inmediato, porque una burla más a la ciudadanía sería consumada.
Javier, si tú lucha por un México libre de injusticia y violencia de todo tipo no se detendrá, como tampoco se detendrá la de AMLO ni la nuestra, no condesciendas con impostores, sigue encuerándolos pacíficamente sin odios ni rencores, pues siendo incluyente, hay que asumir que también son ellos México. Pero hazlo con absoluta firmeza, porque todos habremos de concordar con las nuevas reglas universales del juego hacia la recuperación. Las que habían sido olvidadas, disipadas en el individualismo histórico que ha intentado mutilar nuestra solidaridad y compasión, nuestras inherentes capacidades civiles, hoy en pié de lucha.
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