El trasero de los magistrados no es el que cargan detrás de sí mismos sino el que miran pasar, el de Peña Nieto, cuando éste los saluda y camina frente a ellos para recoger su constancia como presidente electo. Al menos es lo que se puede colegir tras la rigurosísima observación del video que muestra dicho acto tan poco solemne. Y no se trata aquí de una insinuación porno erótica, sino de una propuesta del tipo político, de esas conocidas como lambisconería; es decir, adulación extrema.
Y es que puede adjetivarse desde vergonzosa hasta hilarante, pasando por indignante y bufonesca, la reacción de los magistrados cuando “saludan” al priista con apretones a dos manos, sacudidas de extremidad, toquecitos y sobadas de hombro, miradas seductoras y llamativas (es decir, prendidas en llamas) y casi casi, como diría Juan José Arreola, a labios húmedos y mordientes.
Nombre usted a cualquier cómico mexicano, de esos que sirven al galán de la película cumpliendo casi todos sus deseos con más o menos tino, desde sostenerle el caballo hasta llevarle mensajes a la actriz bonita en turno, además de alegrarle el día: Mantequilla, El Chicote, Borolas,… Todos se quedan cortos ante el despliegue de Alejandro Luna Ramos, quien al sacudir a un desdeñoso Peña y ladearse para contemplar al electo, sonríe tan desgarbada y procazmente que supera fácilmente a Juanito el de Iztapalapa; sólo le faltó estar chimuelo para ser más grotesco. Uno duda francamente que este redondo señor pasado de kilos sea el dignísimo presidente del TEPJF.
Este espectáculo de cómica servidumbre sorprende porque contrasta con la severidad, la gravedad y aun la arrogancia con que los magistrados dieron a conocer su unánime posicionamiento el día anterior en relación a la impugnación del Movimiento Progresista. Porque durante su dictamen e independientemente de que privilegiaran al candidato del PRI o no, hubo cierta formalidad de abogado que guarda las apariencias aunque ya se haya arreglado por debajo de la mesa. Pero al día siguiente no se pudieron contener. Su ceremonia poco tuvo de solemne.
El lenguaje corporal de Luna parece decir: “Señor, se lo dijimos, nos comprometimos y le cumplimos, ¿cómo la ve? No se iban a salir con la suya esos amargados rencorosos revoltosos, la silla era y es de usted, señor; ¡cómo que no! ¿Le pareció bien nuestro trabajo jefe? Je, je, je, ¿vio usted la sesión de ayer? Les dimos con todo. Y hasta les metimos eso de que la elección había sido libre, limpia y, además, je, je, auténtica. Espero que esté satisfecho. Por cierto, se le ve muy bien hoy, bonito su traje. Ojalá nos veamos pronto, je, je, je, para una comidita señor…”.
Los magistrados encontraron bien pronto su objeto de adulación, su culo, en Peña, al cual impetuosos, solícitos, bufonescos, se aprestan a lamer o besar (“lameculos” o “besaculos”, clásica expresión destinada a los lambiscones en cualquier idioma). Algunas especulaciones tratan de explicar el fenómeno de estos jueces mexicanos: 1. Se dice que el PRI ya había pactado con Calderón su regreso a Los Pinos en la figura de Peña, por tanto, nada que hacer, más que acomodarse a la muy mexicana práctica del trepador profesional (saludos a Cosío Villegas). 2. Que a los magistrados se les ha ofrecido hacerlos ministros de la Corte. 3. Tradicional sumisión mexicana ante la figura presidencial, no por nada no existe una real división de poderes. 4. Álvaro Delgado, de Proceso, ha establecido los parentescos o las “deudas” de los magistrados con familiares o amigos o políticos cercanos a Peña. 5. Siempre cabe el etcétera.
No tenían los magistrados porqué ser obsequiosos con Peña aunque hubiera compromisos previos. ¿Establecen con su actitud la tónica en el nuevo sexenio? Debieron haber observado cierta dignidad. El video los desenmascara, pues la imagen dice más del verdadero pensamiento que las palabras:
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