Mexicanos satisfechos, una incógnita
Octavio Rodríguez Araujo
¿C
ómo interpretar que los mexicanos, según la OCDE, sean más felices que los habitantes de otros treinta y tantos países? La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos realizó un estudio para obtener el índice Better Life con 11 indicadores. El peor de éstos en México: seguridad, dio cero. El mejor: satisfacción con la vida.
El ingreso anual per cápita de los mexicanos es de menos de 13 mil dólares, un poco más de la mitad del promedio de los demás países. Las diferencias entre pobres y ricos sólo son superadas por Chile: tenemos el segundo lugar de desigualdades. Sólo 36 por ciento de los mexicanos entre 25 y 64 años tiene un diploma de bachillerato, en tanto que en el promedio de la muestra es de 74 por ciento. La contaminación del aire está por encima de la media de los países de la OCDE. En habilidad numérica, científica y de lectura estamos también por debajo del promedio, al igual que en expectativa de vida. Y, por si fuera poco, los mexicanos trabajan casi 500 horas más, en promedio, que los habitantes de los demás países de la organización.
Aun así, 85 por ciento de los mexicanos dicen que están satisfechos con su vida, por encima del promedio de los países de la OCDE.
¿El carácter? ¿La religión? ¿La ignorancia? ¿El conformismo? No lo sé, pero me parece contradictorio, pues no pienso que el masoquismo se pueda dar masivamente, en millones de mexicanos.
Varios de los trabajadores que conozco ganan apenas lo suficiente para vivir, pero que no tengan que bautizar un hijo, o que éste haga su primera comunión (católica), o que sea la fiesta del santo en el pueblo, porque gastan lo que no tienen, se endeudan, dejan de trabajar uno o dos días, según lo que dure la fiesta, y después de eso quedan radiantes de alegría y satisfacción. Cualquier pretexto es bueno para hacer fiesta y la religión católica, mucho más que otras, fomenta esto porque le deja dinero, el dinero de los pobres, pues no conozco ningún rico que haga fiesta porque su hijito hizo la primera comunión; si acaso van la abuelita y los tíos más cercanos y brindan por el
santificadoniño. ¿La fiesta es una manera de escaparse de los grandes y cotidianos problemas que viven los mexicanos más pobres? ¿Una especie de catarsis? Es probable.
En Chiapas conocí comunidades donde especialmente las mujeres votaron por convertirse al protestantismo pues los hombres, con tantas fiestas de santos (los protestantes no tienen santos) se bebían lo ganado y, además, compraban veladoras, cohetes y, desde luego, alcohol. En algunas religiones protestantes, como también en la musulmana, no se bebe alcohol, o muy poco. Este simple hecho no es sólo un ahorro considerable para el pobre ingreso de muchas familias, sino que los hombres no pierden el trabajo por borrachos. Los zapatistas, dicho sea de paso, lo primero que prohibieron, tanto para su ejército y bases de apoyo como para sus comunidades, fue el alcohol y las drogas. Saben, como lo puede saber cualquiera que vaya a San Juan Chamula, por ejemplo, que el alcohol hunde a mucha gente (no soy moralista, aclaro).
Pero es el caso que en los países más desarrollados se bebe tanto o más alcohol per cápita que en México, y sin embargo tienen mucho mejores ingresos promedio, y en algunos de ellos la mayoría de la población es protestante (Estados Unidos, por ejemplo). ¿La alimentación? También puede ser. Es sabido que las bebidas alcohólicas afectan menos en una panza llena que en una vacía. Algo he leído al respecto, pero no sé si sea una apreciación científica.
¿Sentido trágico de la vida y la muerte? Dice una canción que la vida no vale nada, y yo pensé que eso sólo era en Guanajuato, para descubrir después que es un sentimiento muy generalizado en el mundo rural y en las zonas marginadas de las ciudades. Por cualquier cosa mucha gente arriesga su vida y, al parecer, no le importa. En las clases media y alta suele pensarse que la vida es valiosa y la gente la defiende, al igual que sus propiedades, pero por lo general en esta defensa no suele exponerse la vida, no tanto como en las zonas pobres donde el temido infierno para los cristianos se vive cotidianamente. Quizá ésta sea una razón más para que muchos mexicanos se sientan felices, porque viven cerca de la muerte pero están vivos. Puede ser que los que son religiosos le agradezcan a su dios y a algunos santos estar vivos y eventualmente sanos.
No parece una paradoja que entre algunos delincuentes, sobre todo los involucrados en el trasiego de drogas, se venere a la
Santa Muerte. No lo dicen, pero es probable que esta veneración venga de los tiempos prehispánicos, mucho antes de que los cristianísimos conquistadores trajeran el día de todos los fieles difuntos o de todos los santos. Sincretismos como pocos. Pero en otras culturas, incluso más antiguas, también hubo y hay cierta veneración por la muerte, quizá por miedo y para exorcizarla, y no necesariamente le ganan a los mexicanos en su sensación de felicidad.
¿Conformismo?, preguntaba también. Tampoco estaría muy seguro. Es un pueblo que se ha lanzado con valor a la amenaza de la muerte en revoluciones y rebeldías de diversos tipos. O tal vez por eso: murieron, sobre todo los de a pie, y obtuvieron muy poco los sobrevivientes. Los pobres, en su mayoría, siguen siendo pobres y su destino parece ser el mismo. ¿Mejor conformarse? ¿Resignación o paciencia hasta que exploten? Porque cuando explotan retan a la muerte y la supuesta civilización de las clases acomodadas (enigmáticamente llamadas
gente decente) se les olvida o simplemente pasa a ocupar un segundo plano o el último.
Puede haber muchas explicaciones, pero no logro entender que los mexicanos, en promedio, estén satisfechos con la vida, pues ésta no sólo significa no estar muertos. ¿No estará mal hecho el estudio?, porque yo hice una pequeña encuesta y nadie me dijo que estaba satisfecho con la vida.
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