El despertar
El momentum de Morena
José Agustín Ortiz Pinchetti
L
a única virtud del golpe de Peña para imponer la reforma que abrió a los monopolios nacionales y extranjeros los recursos energéticos de México es que destruyó cualquier ilusión sobre la democracia mexicana. La maquinaria legislativa, que abarca dos cámaras y a casi todos los congresos locales, actuó como en la época de oro del PRI, y también el gran aparato mediático, capaz no sólo de anular el derecho a la información y al debate, sino de manipular la opinión pública hasta extinguirla. Sólo una ceguera radical podría negar que el viejo sistema está ahí.
El Pacto por México levantó expectativas candorosas, porque incluía, junto con la promesa de hacer la reforma energética, otras tendientes a reorganizar la vida política del país, la rendición de cuentas, el combate a la corrupción y la reanimación de la economía. Con excepción del golpe, nada de ello ocurrió. El consenso fue un engaño que sirvió a la derecha para imponerse en todo: no existe más que una fuerza política verdadera en el país, la alianza orgánica, a largo plazo entre PRI y PAN, dos partidos de derecha que responden al proyecto oligárquico. No hay un centro político y el PRD, que representaba a la izquierda, ha quedado arruinado por su autoengaño. El único factor que parece sobrevivir es Morena (con sus aliados).
Es una situación muy comprometida para una organización que ni siquiera tiene aún el registro oficial de partido. Ha logrado constituir ya 25 asambleas estatales, superando las 20 que se requieren. Además, sus mínimos de afiliación oficial están por encima del medio millón de miembros. Tiene comités constituidos en todos los municipios del país y en los 300 distritos electorales. AMLO obtuvo 17 millones de votos como candidato a la Presidencia en 2012; las tendencias de los últimos 20 años muestran que la oposición auténtica tenderá a crecer con los nuevos votantes; que el PAN se estancará y el PRI pagará un alto costo por el mal desempeño de Peña.
Estas son condiciones propicias para el surgimiento de Morena. Sin embargo, existen puntos muy débiles: como ha demostrado el quebranto reciente de AMLO, la organización depende en exceso de su presencia. Será necesario, no sólo fortalecer la organización, sino extender en un espectro amplio e incluyente su base de simpatizantes y activistas. Los núcleos locales, aunque se han organizado en forma democrática, son, en muchos casos, endebles. Muchos de los fundadores han desencadenado una lucha anticipada para asegurarse candidaturas en las futuras elecciones. Los vicios que minaron al PRD están latentes y tendrán que identificarse y eliminarse de modo implacable para que la organización emerja sana hasta convertirse en opción atrayente para la mayoría de los ciudadanos. Sólo desde esa perspectiva podrá alcanzar el poder y restaurar el proyecto nacional.
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