Eduación, seguridad y realidad
Enrique Calderón A.
E
n el Diario Oficial del 13 de diciembre pasado, el gobierno de la República hizo público el Plan Sectorial de la Educación, en el que se reconoce la enorme importancia que la educación tiene para el desarrollo económico y social del país. Qué bueno que así sea, porque en realidad los sucesivos gobiernos de la República se han dedicado durante décadas a construir un sistema educativo más preocupado por las estadísticas y las cantidades de estudiantes atendidos que por la calidad de la educación que proporcionaban. Como en ningún otro tiempo, el deterioro se dio con especial énfasis en los cuatro últimos sexenios, llegando al extremo en el de Felipe Calderón, donde la educación se dejó en manos de la tristemente célebre maestra, así como de gobiernos ineptos y corruptos en una buena parte de los estados.
Al final del sexenio, más preocupado en buscar culpables que soluciones, ese gobierno vio en los maestros, la oportunidad para endosar a alguien el descrédito, permitiendo y fomentando de manera irresponsable que los intereses más obscuros condenaran al magisterio, utilizando para ello las pruebas estandarizadas conocidas como Enlace, en lugar de señalar a los responsables de que la educación se haya convertido en un botín y un motivo de vergüenza para la nación, por la inequidad con la que se proporciona, por la ineptitud, y por la falta de visión y ausencia de compromiso social, de quienes han tenido en sus manos esa responsabilidad.
Doy un sólo ejemplo de ello: hace poco más de una década, el estado de Nuevo León, era un ejemplo en materia de educación para todo el país, tanto así que sus gobernantes afirmaban que su meta era lograr el reconocimiento internacional de que su capital, la ciudad de Monterrey, como la primer ciudad latinoamericana que podía considerarse como
una ciudad del conocimiento, sin embargo, de acuerdo con los resultados de Enlace 2012, la ciudad ocupaba el lugar 53 en comprensión lectora y el lugar 45 en matemáticas, entre las 70 ciudades más importantes del país. ¿Podemos creer que ello se deba a los profesores? Me temo que no; mucho más graves son los casos de Acapulco y de Cancún, que aparecen en los últimos lugares, no obstante los enormes recursos económicos que operan en ellas. ¿Responsabilidad de los maestros? ¿Alguien ha dicho algo al respecto?
Mal ha iniciado el gobierno actual la instrumentación de la Reforma Educativa, haciendo suyos los pésimos juicios del gobierno anterior y de los obscuros intereses que tomaron parte en esa tragicomedia, poniendo en duda la capacidad de los maestros mientras no demuestren lo contrario, en lugar de hacer un análisis crítico y racional del problema, con objeto de castigar a los verdaderos responsables y de buscar la solución del problema, sin repetir los errores de las administraciones anteriores.
El Consejo Nacional de Población creó en su momento un índice de marginación, que permite identificar las enormes desigualdades en que viven las zonas más marginadas del país, (unos 850 municipios) ubicados en las sierras y los desiertos y pobladas por campesinos, y en buena medida por indígenas. Los resultados de las pruebas de Enlace de 2009 a 2013 nos indican que en ellos se encuentran los resultados más bajos y no podía ser de otro modo; pero lo que es sorprendente es, que en ellos es donde se observan los mayores índices de crecimiento de los puntajes. ¿Acaso se debe a acciones de los gobiernos respectivos? Difícilmente. La explicación no es otra que el trabajo de maestros, entregados como nadie a sacar adelante a los niños de esas comunidades.
Tampoco aquí podemos caer en generalidades, sin embargo, cuando los avances educativos han sido y son palpables la respuesta ha estado allí, en los maestros y maestras, en los que siempre han sido la cara amable del gobierno, los que enseñaban a leer a niños y adultos, los que eran vistos como guías y como servidores de las comunidades donde enseñaban, los que terminaron dándole al país la esperanza de que vendrían tiempos mejores, los que en épocas pasadas hicieron posible que otros países vieran a México como un país de esfuerzo ejemplar y de esperanza.
¿Cómo fue que perdimos todo esto? Por malas o pésimas decisiones gubernamentales, y de manera particular, de los diferentes grupos de interés, que se han hecho del poder y que viendo la enorme riqueza que representaban los trabajadores se aprovecharon de ellos, corrompiendo a sus líderes con objeto de manipular enormes recursos humanos a través de engaños y promesas vacías, para satisfacer sus ambiciones desmedidas, para ganar elecciones y hacerse del poder; así sucedió con los ferrocarrileros que hicieron posible la revolución, así fue con los trabajadores petroleros que dieron origen a la mayor transformación económica e industrial del siglo XX, y así ha sido con los maestros que participaron en la construcción del México moderno, corrompidos unos, engañados otros, sacrificados del algún modo los más, para quitarles aquella imagen ganada con esfuerzo, con sacrificio y con su ejemplo, para substituirla por una imagen nueva y totalmente diferente, la de los cuerpos de seguridad policiaca y militar, la de un gobierno decidido a amedrentar, a reprimir, a amenazar y a castigar a quienes manifiesten su desacuerdo; un cambio que es en sí mismo un retroceso, que substituye la educación por el orden, el conocimiento por el principio de autoridad, la libertad por la amenaza de violencia.
El proceso ha sido gradual pero sistemático y mentiroso, los primeros signos de este nuevo esquema de gobierno vinieron con Salinas y se acrecentaron con Zedillo, cuando supuestamente para reducir los índices delictivos se establecieron retenes en donde la gente debía detenerse para que los policías revisaran si los autos eran robados, al mismo tiempo que se ponía el registro nacional de automóviles en manos de un criminal argentino buscado por sus crímenes por la interpol, y así siguieron las cosas en el gobierno de foxilandia, con aumentos desmedidos en las fuerzas de seguridad, y el uso de tecnología sofisticada para luchar contra el narcotráfico, mientras éste se incrustaba en las altas estructuras del gobierno; siguiendo después con el trágico
esfuerzodel último gobierno panista, caracterizado por la violencia y la muerte, acompañada de la presencia del ejército generalizada, supuestamente para proteger a la población, mientras se dejaba el campo abierto para que los norteamericanos introdujesen a México las armas de la muerte.
No podría acaso el gobierno actual pensar y actuar de otra manera volviendo a construir el México amable y solidario de épocas mejores, dejando atrás los tiempos de las camionetas artilladas y los retenes en las carreteras y las terminales de autobuses; desde luego, que ello requiere de grandes esfuerzos y no se logrará de la noche a la mañana, los mexicanos necesitamos hoy una realidad diferente, que no se logra con propaganda televisiva y con palabras vacías, sino con una visión de altura, y en ello, la educación y los maestros deben jugar el rol central.
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