viernes, 25 de septiembre de 2015

COLUMNAS

#Ayotinzapa1Año. Los saldos de la crisis de Iguala

@alexiabarriosgjue 24 sep 2015 14:58
  
 
Es momento de exigir respuestas, de impedir que la impunidad se imponga y que se sepa dónde están y qué pasó con los 43 normalistas aquella noche.

La otra gran víctima después de la desaparición de los 43 normalistas ha sido la verdad (sin adjetivos). Las víctimas políticas, como se pueden contar por su tamaño e impacto trascendental e histórico.
La gran caída fue el PRD en su conjunto, al grado que está en vías de extinción al no entender su corresponsabilidad en este crimen; las izquierdas electoreras en Guerrero, enredadas, derrotadas y tratando de evadir el mea culpa en la tragedia. El reciente Congreso sólo sirvió para reafirmar que los dirigentes de este partido no tienen remedio y además de sordos a la demanda social son unos cínicos evadiendo su relación con los Abarca, con Aguirre Rivero y otros funcionarios perredistas involucrados.
El segundo será Peña Nieto, porque los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa lo perseguirán más allá de su sexenio y en la historia de su mandato estará como una gran macha de sangre. ¿Quién o quiénes metieron al presidente en esta situación?
Del lado del PRI y el gobierno federal están las omisiones de la PGR, CNS y CISEN, por lo que no se dude en la anulación política de Jesús Murillo, la probable caída de la candidatura oaxaqueña de Mariana Benítez y un listado de probables enjuiciamientos judiciales dentro y fuera del país por haber operado más política que legalmente la situación. Si bien Héctor Astudillo ganó la gubernatura, que tomará posesión a fines de octubre próximo, tendrá muchos frentes abiertos y un estado prácticamente incendiado. ¿Cuál será el plan Marshal de Astudillo?
El PAN aunque quiera hacerse a un lado y tratar de sorprendernos con su idea de una fiscalía internacional para llegar al fondo del asunto, debe entender que tanto el GIEI de la CIDH como varias de las líneas de investigación de la PGR y de expertos de otras naciones apuntan a que los normalistas desaparecieron como parte de la disputa entre los grupos delincuenciales que operan en la región. Es decir, esta desgracia, como la de San Fernando y de la Comarca, es consecuencia de la guerra absurda que emprendió Felipe Calderón contra los cárteles del narcotráfico. Y seremos más explícitos, en esta región de Guerrero y la Tierra Caliente de Michoacán, operan desde hace tiempo  grupos paramilitares o “guardias blancas” al servicio de la mineras que el calderonismo entregó a extranjeros, canadienses.

Pero quienes más están perdiendo es el pueblo de Guerrero. Cerca de mil 500 empresas y negocios han cerrado como consecuencia de la violencia, dejando sin empleo a varios miles de pobladores de esta región que han tenido que emigrar a los Estados Unidos, consecuencia tanto de los narcotraficantes como de los grupos sociales y de presión que no han cesado en bloquear vías de comunicación, destruir inmobiliario, atacar negocios, incendiar palacios municipales y de justicia, y tomar como rehenes a la población de localidades tan importantes como Chilpancingo.
Otra parte de la desgracia de la región son los más de 13 mil desplazados internos en la Tierra Caliente (como ocurre en Ajuchitlán del Progreso y San Miguel Totolapan), las viudas y huérfanos dejados “a la mano de dios” tanto de narcos como policías y civiles caídos ante el desdén de las autoridades.
Hay datos de que narcopolíticos siguen en activo y negociando su reposicionamiento ante los próximos ediles. Ahí está el caso de Juan Mendoza Acosta, alcalde electo de San Miguel Totolapan, otra vez, del PRD, exhibido en agosto pasado departiendo con un conocido narcotraficante. Como éste hay más, encubiertos como gestores, líderes sociales, como militantes del PRI, PRD e incluso PAN, gozando de total impunidad.
A un año de la desaparición de 43 normalistas de la Normal Rural, son 111 los detenidos, incluyendo a los autores intelectuales, a los autores materiales y mayoría de policías municipales de Iguala y Cocula involucrados. Circulan ya tres libros que serán fundamentales (Esteban Illades, Sergio González y el que elaboró la revista Proceso); se han difundido muchísimos artículos, reportajes videos y documentales aunque muy en su mayoría tan alejados y tan ajenos a la realidad de Iguala y la región; sin embargo, hay analistas serios como las de Héctor de Mauleón y el mismo Illades, que se aleja mucho de la estridencia de otros más (tanto los periodistas militantes quienes acusan al Estado como quienes descalifican a los normalistas, los padres y grupos que los acompañan).  
 Es momento de exigir respuestas, de impedir que la impunidad se imponga y que se sepa dónde están y qué pasó con los 43 normalistas aquella noche. Evitemos, por tanto, debates falsos como dice Hirales, sobre la verdad histórica (que nunca ha existido ni existirá una verdad absoluta), la verdad histérica (de los resentidos sociales) o la verdad histriónica (que a los oportunistas le encanta mucho para elevar su rating).

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