Siento una gran satisfacción y alegría, como egresada de la UNAM, por la nominación de nuestra máxima casa de estudios para recibir el premio Príncipe de Asturias. Independientemente del premio, el hecho de que tantas universidades prestigiadas se pronuncien a favor de la Universidad Nacional Autónoma de México es un reconocimiento merecido.
La calidad de la educación y el alto nivel de nuestra UNAM se construyó a través de muchos años de esfuerzo, compromiso y dedicación. Su autonomía ha permitido que tanto su comunidad, alumnos, catedráticos e investigadores, así como la sociedad misma cuenten con un espacio libre donde se generan las más altas aspiraciones de los mexicanos.
Quien pasó por sus aulas, sus laboratorios, sus espacios culturales y deportivos tiene una conciencia social desarrollada y una formación humanista y ética.
Me temo que la noticia no sea tan buena para los que pretenden aniquilarla con propósitos oscuros. Sí, me refiero a esta derecha instalada en el poder que siempre la tiene en la mira, que nada aporta a la cultura y que todo lo bueno destruye.
Ojala que la UNAM reciba el premio y que se difunda por el mundo su prestigio, para desalentar a los privatizadores que desde hace tiempo la rondan como zopilotes hambrientos.
Mis mejores recuerdos, mis conocimientos más útiles y mis amigos sinceros llegaron a mi vida en los años de formación que viví en la UNAM. Mucho le agradezco a la vida la oportunidad de haber pasado por sus aulas.
Qué bueno sería para este país que cada vez más jóvenes mexicanos pudieran ingresar a ella.
Lástima que el presupuesto sea tan poco para lo importante y tanto para las frivolidades de los gobiernos que hemos padecido en los últimos años.
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