31 de agosto de 2009
Una salida digna
Hay una salida digna para la Presidencia luego de la derrota simbólica que le asestó el PRI al obligarlo a cancelar la ceremonia a la que convocó el 1 de septiembre en la mañana: Felipe Calderón debería presentarse en el Congreso a entregar el tercer Informe de Gobierno. Sería reparador no sólo para Calderón sino para una institución ridiculizada por tanta improvisación. Y es que fue por pura estupidez, aquí no hay malicia posible, que los mal llamados operadores del Presidente lo dejaron expuesto al convocar al (textual en la invitación) tercer Informe de Gobierno en Palacio Nacional a las 9:00 de la mañana del 1 de septiembre. Los priístas simplemente aprovecharon el banquete que les servían, y de entrada, sin mediar ni un día de la nueva Legislatura, demostraron dónde está la experiencia, el cuidado de los detalles, el poder. Y conste que no es un halago.
El error del equipo del Presidente es de una torpeza pasmosa: la hora es inadecuada —antes de que el Congreso se instale formalmente—, la convocatoria no estaba garantizada —no se planchó previamente la asistencia de las bancadas—, la redacción es provocadora —no se puede invitar al tercer Informe, a lo mucho a un mensaje con motivo de…—, y el envío insultante —vía internet.
Este es el tercer año en que el Presidente y su equipo no encuentran la forma de renovar el viejo rito del 1 de septiembre. Arrastran el pasado como un pesado bulto en vez de inaugurar nuevas formas. Las salidas han sido todas fallidas. El primer año, luego de una rápida entrega (12 minutos estuvo en la Cámara), el Presidente convocó en Palacio a una ceremonia de lectura del informe para los medios y en presencia únicamente de empleados suyos. Fue un remedo del rito priísta, un intento fallido de restauración de la grandeza presidencial, y se notó. El segundo año, mandó a Juan Camilo Mouriño a entregarlo, y ya. Y ahora, de entrada, la regaron.
Una ceremonia renovada que refleje los nuevos equilibrios democráticos y en la que una vez al año se reúnan todos los poderes de la República, sería saludable.
A la hora que escribo estas líneas, en Presidencia no han decidido qué hacer: si confirman la lectura en Palacio el día 2, si (penosamente) se abstienen de hacer algo, o si con un poco de audacia el Presidente sorprende encarando a los diputados. La verdad, esto último es poco probable, de buena fuente sé que lo llegaron a considerar pero les preocupa la presencia entre los diputados del petista Gerardo Fernández Noroña.
Increíble, pero en eso estamos.
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