Por Polimnia Romana
31 de Agosto, 2009 - 00:00
La ciudadanía tiene una tarea importante en los próximos días, no se trata sólo de mostrar inconformidad por las medidas erróneas del gobierno federal para enfrentar los problemas sino de evitar a toda costa que el pueblo siga pagando los platos rotos.
Si dejamos que se imponga el IVA en medicinas y alimentos, que se aumenten las tarifas de gasolina, diesel y luz, y se comprometan las finanzas públicas futuras mediante más endeudamiento, estaremos permitiendo que avance la descomposición social que puede terminar en un estallido violento. Muchos analistas y especialistas han tocado el tema de la insurrección como el paso que sigue ante los abusos del poder en contra del pueblo, no porque tengan conocimiento de algún grupo armado decidido a dar el primer paso, sino por la situación de pobreza y desesperación de la gente. Sabemos que el regreso del PRI es la confirmación de que nunca se ha ido, que el camino trazado por los neoliberales se ha impuesto en complicidad con el PAN para mantener los privilegios de una minoría que se pone siempre de acuerdo. En ese juego de corrupción y tráfico de influencias están envueltos los personajes más siniestros, exaltadospor los medios de comunicación y amparados con el manto de laimpunidad.
Una vez tomadas las instituciones y puestas a su servicio,ninguno de ellos corre el riesgo de ser juzgado. Con la Ley en la mano han revertido hechos dramáticos para quedar impunes, pero no han logrado borrar la heridas que siguen abiertas y sangrando. Ahí están los casos de Acteal, Atenco, Oaxaca, el incendio de la Guardería ABC.
La guerra inventada contra el narcotráfico ha servido para reactivar a las fuerzas armadas y utilizarlas en cualquier momento contra la protesta social. Entramos a una de las etapas más difíciles en la historia reciente del país. La imposición de un gobierno espurio dio el banderazo de salida. Nada bueno podía traer la continuidad de un modelo económico acabado y la insensibilidad de la derecha para entender el sentir de un pueblo resentido. Aunque muchos se sumaron a la protesta por el fraude electoral, es verdad que muchos otros se mantuvieron paralizados o apáticos, sin embargo, la terrible crisis económica, la violencia y el cinismo de los panistas ante su ineptitud y mala voluntad nos lleva a todos a pensar que las cosas no pueden seguir así. El único camino que nos queda, para evitar un estallido social, es el de la lucha pacífica, esa de la que los medios se burlaron y que hoy puede ser la tabla de salvación.
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