27 de agosto de 2009
“Juanito” está mareado
Le está gustando la fama. Se fascina al verse en la tele. Se regodea enlistando los países de donde le han llamado para entrevistarlo. Habla de sí mismo en tercera persona, como Hugo Sánchez.
Quiere quedarse con Iztapalapa, con el del DF, con la Presidencia y si alguien lo provoca —“¿por qué no, si el pueblo manda?”— a la Casa Blanca o la Secretaría General de la ONU. Está crecido, creído, Rafael Acosta Ángeles Juanito. Su caso no es sólo folclórico. Es conducto para retratar la pobreza de personajes e instituciones en la democracia mexicana:
Su “toma de posesión” exhibió al López Obrador más autoritario y déspota del que se tenga registro público (“El verdadero Andrés Manuel”, le dice Denise Maerker).
Su campaña demostró que el acarreo de los caciques y el uso de gobierno en la inducción del voto mandan en nuestra vida electoral: el PRD en Iztapalapa operó como el PRI en el estado de México o el PAN en Guanajuato. Con un grito, AMLO movió a la masa del PRD al PT.
Su triunfo amplio sobre Silvia Oliva desnudó al Tribunal Electoral y dejó a Los Chuchos como simples mapaches; demostró que tenían razón Clara Brugada y López Obrador: ellos eran apoyados por mucho más gente y los magistrados les quitaron injustamente la candidatura del PRD.
Su condición para dejar la delegación —recibir la mitad de los puestos para repartirlos entre sus petistas— confirmó cómo se manejan las cosas en la política y cómo el poder hace iguales a los que se claman distintos. Su nuevo hogar —un hotel de la colonia Juárez donde vive hace mes y medio por las amenazas de muerte de los lopezobradoristas de Brugada— resalta hasta de qué son capaces por un puesto.
Su mareo lo ridiculiza a él mismo: ¿en serio creerá que hubiera ganado sin la cargada y el dedazo de Andrés Manuel?
Su coqueteo con la posibilidad de no renunciar al cargo, como lo prometió a su presidente legítimo en aquel multicitado mitin, ha animado a la derecha, a los anti-AMLO a dejar de considerarlo “Juanito, el pelele del Peje” para convertirlo en una especie de don Rafael Acosta Ángeles, señor jefe delegacional electo, a quien conminan a entender “la misión que le ha confiado el pueblo con su voto”, no renunciar y con ello aguarle la fiesta al tabasqueño.
Sus dudas despiertan la avaricia de quienes quieren quedarse con Iztapalapa y sus casi 4 mil millones de pesos de presupuesto: ya lo buscaron enviados de Peña Nieto para consolidar el corredor priísta ahora que tiene en la bolsa Neza y de René Arce (Horacio Martínez se coló como su asesor) para recuperar lo que fue por años su dominio.
SACIAMORBOS
De Oaxaca y Veracruz llegaron las presiones internas al PRI: los “demócratas” querían aprovechar su mayoría con el Verde para agandallarse en la repartición de comisiones en la Cámara de Diputados.
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