Por fin, en el PRI del Distrito Federal se alinearon las estrellas. Beatriz Paredes será su candidata y el partido quedará definitivamente dividido.
La esperanza de los priístas es que la falta de estructura y la desmemoria de los capitalinos logren que aquello del jalón de Peña Nieto sea verdad, y sirva para hacer que la candidata supere los grandes obstáculos que su mismo partido ha puesto en la carrera política de cualquiera que aspire desde sus siglas a gobernar la ciudad, pero también lo que el trabajo de la lideresa ha sembrado en la capital del país.
Hace ya casi seis años, el 19 de abril del 2006, la priísta comenzó su campaña electoral en un hotel de esta capital. Entonces advirtió que para arrancar sus actividades proselitistas no había pensado en un gran acto, y que su mensaje llegaría a la gente a través de los medios de comunicación y en una serie de foros temáticos, donde se iría estructurando el proyecto de gobierno. La estrategia falló entonces, y todo hace indicar que se buscará perfeccionar el error, porque no se tiene previsto cambiar las formas.
Beatriz Paredes, entonces, obtuvo un millón de votos o casi, pero, pese a las graves divisiones internas, todos los militantes apoyaron su postulación. Ahora las cosas no son iguales, por el contrario, la ruptura interna se ha ido alimentando en todo este lapso, y ahora parece inevitable.
Lo peor, según los mismos priístas, es que el pleito de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, único líder visible en la calle, llegó hasta Peña Nieto. Gutiérrez de la Torre acusa al mexiquense de haber traicionado su palabra y vela armas ante la ya muy clara designación de Paredes, para ir en contra de su enemiga, incluso desde alguna trinchera diferente a la del PRI, junto con lo que queda de la estructura de ese partido en el Distrito Federal.
Ya no hay posibilidades de cambiar ese destino, dicen los priístas. Fue visible la falta de convocatoria e interés de la gente en el acto del fin de semana pasado en el Hemiciclo a Juárez, y es evidente, por lo menos ahora, que ni Peña Nieto ni la señora Paredes calan en el ánimo de los capitalinos.
Beatriz Paredes ya hizo, hace algunos meses, un intento por recordar a los habitantes de la ciudad que está aquí. Un panfleto con su nombre y su foto circuló por el domicilio de muchos capitalinos que se dieron cuenta de que la ex gobernadora de Tlaxcala tenía la intención de buscar la candidatura que al fin le otorgó Enrique Peña Nieto.
Es tal la ruptura en el PRI de esta ciudad, que tal vez no se haga totalmente evidente, pero los signos que la den por cierta se irán mostrando desde ahora en cada uno de los pasos que busque adelantar ese partido, y aunque nunca se puede decir la última palabra en eso de que los priístas se dividen, por lo pronto ese partido está roto.
De pasadita
Si alguna fórmula infalible encontró el partido del sol azteca para perder elecciones delegacionales el próximo año, la de la relección es la mejor.
No, no se trata de ninguna amenaza, ni es broma. Tanto Leonel Luna como Héctor Guijosa, el primero en Álvaro Obregón y el segundo en Magdalena Contreras, trabajan en la idea de volver a meterse en la contienda electoral para regresar al gobierno de esas demarcaciones.
Según se dice en el Tribunal Electoral del Distrito Federal, la posibilidad de que vuelvan a competir no está cancelada por la ley, pero sería la primera vez en la capital que alguien pretendiera regresar al cargo. En los casos mencionados aún no existe la seguridad plena de que el fenómeno político se consume, aunque estos dos personajes no pretenden quitar el pie de las delegaciones.
En el caso de Magdalena Contreras, Guijosa sólo dejaría el camino libre a otro candidato en el caso de que el postulado sea su hermano, y por lo que hace a Luna, éste se haría a un lado siempre que su cuñada, Leticia Robles, se postule como aspirante a la jefatura delegacional. ¡Vivan los cacicazgos! Ya les platicaremos.
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