Mientras a Enrique le dicen mentiroso por dar información falsa sobre los homicidios ocurridos en el Edomex, el gobernador de Veracruz tiene una estrategia diferente para lidiar con ese tipo de muertes. Él sólo cuenta las de aquellos que no tengan antecedentes penales. Y luego de que le aparecieran 35 cadáveres en plena calle, pregunta que cuál es el lío, si todos eran delincuentes.
Compañeros del mismo dolor. Septiembre de 2011. Foto: José Candelario/Cuartoscuro
A veces hay que repetir las cosas para entender la magnitud del absurdo.
Mientras en Veracruz matan periodistas, Los Zetas se apropian de las ciudades, cientos de policías tiene que ser destituidos porque, entre otras cosas, no hacen caso a las órdenes del gobernador Duarte, nada mejor se le ocurre al gobierno estatal que ir a arrestar a dos tuiteros utilizando, de manera al menos rara, una ley. El escándalo mediático que se arma hace que el gobernador envíe una nueva iniciativa a su congreso, la cual el congreso —nomás faltaba— aprueba en segundos y entonces su procurador se desiste de su averiguación… en fin. Como de señores feudales. Y de congresos sumisos. Por cierto, alguien convence al gobernador —y yo supongo que le cobra— de que es buena idea crear algunos usuarios de Twitter para que lo alaben. Estrategia que es descubierta por la comunidad de las redes sociales en segundos.
Mientras todo esto sucede, el gobernador Duarte hace un paréntesis para tomarse un cafecito con Enrique Peña Nieto en la Parroquia.
Sí, con el mismo Enrique Peña Nieto al que una de las revistas más influyentes del mundo le acaba de decir mentiroso. Sí.
Reproduzco parcialmente lo que se publicó el día 22 en el blog de The Economist:
“Destacó en su informe (Peña Nieto) la sorprendente afirmación de que la tasa de homicidios en el Estado de México había caído a más de la mitad en su sexenio. De 16.5 por cien mil habitantes a 7.6 en 2010, según dijo. Esto resultó particularmente sorprendente dado que la tasa nacional de homicidios se ha casi duplicado durante el mismo periodo. (Aquí, el autor de la entrada del blog inserta la liga para ver los números en el informe escrito, hay que buscar en la página 222, bajo homicidios dolosos. http://igecem.edomex.gob.mx/descargas/informe/6Tomo2.pdf)
“La afirmación es absolutamente falsa. Los números enlistados por el señor Peña en el informe son de hecho las cifras oficiales, pero no hacen mención de una revisión estadística hecha en 2007 que redujo a la mitad la tasa de homicidios de un día para otro. Usted puede ver el desagregado estadístico mes a mes en la página web del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Comparando diciembre de 2006 y enero de 2007, cuando la nueva metodología se implementó, y uno puede ver el número de homicidios en el Estado de México se cae, mágicamente, 62% en un mes.
“Yo noté esto mientras escribía una nota sobre crimen en México hace unos meses. Ayudantes del señor Peña me explicaron que la revisión implicó borrar muertes que se habían, erróneamente, clasificado como homicidios (suicidios, accidentes y otros). Me dijeron en ese entonces que estaban seguros de que la metodología era más precisa, y probablemente tengan razón. Lo que nadie puede dudar es que es una tontería con afán de confundir comparar los homicidios después de 2007 con los de antes de ese año, porque fueron contabilizados de manera completamente diferente”.
El reportero de The Economist hace las cuentas correctas y de hecho señala que la tasa de homicidios del Estado de México se mantuvo relativamente estable en los primeros años de Peña. Pero en la primera mitad de este 2011 se han disparado 40 por ciento más que en el mismo periodo de 2007. Y concluye el periodista de The Economist: “Aún tomando en cuenta el aumento de la población, esto significa que la tasa de homicidios en el Estado de México ha aumentado substancialmente. ¿Seguirá el señor Peña afirmando lo contrario?”.
La gente de Peña Nieto ha de pensar que nadie lee en inglés por acá, por eso no les importó decir la verdad en The Economist del 26 de mayo, y luego decir mentiras en español en el informe de septiembre.
Habrá que entenderlos, lidiar con el crimen no es sencillo.
El compañero de cafés con leche de Peña, el señor Duarte, tiene una estrategia diferente para lidiar con los homicidios. Él sólo cuenta los de aquellos que no tengan antecedentes penales.
En una de las declaraciones y campañas más increíbles de los últimos meses, después de que le aparecieran 35 muertos en plena calle, Duarte se empeñó en preguntarnos que cuál era el lío, si todos eran delincuentes. La inserción pagada en los diarios, tomada del boletín de prensa, no tiene desperdicio: “Se confirma vínculo de asesinados en Boca del Río con crimen organizado: PGJ. Los 35 habían estado involucrados en delitos como secuestros, robo de autos, extorsiones y homicidios”. Sospecho que en algún momento, el boletín decía: “Se lo merecían”. Pero prefirieron quitárselo.
Hace semanas que funcionarios de seguridad e inteligencia federales, y no digamos de la Marina Armada de México, le dicen a quien quiera escucharlos que la situación en Veracruz es un desastre. Vaya, que hasta el C-4 estatal (el centro de comando) está en manos de la delincuencia. Que no sería raro que aparecieran algunas fosas clandestinas y que la guerra apenas comienza.
El gobernador anda en otra cosa. Pelándose con las redes sociales, maltratando muertos y tomando lecheros con Peña Nieto, a quien The Economist ya le dijo mentiroso.
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