domingo, 23 de octubre de 2011

El error de Marcelo-- OJO POR OJOÁlvaro Cueva

Si nuestros políticos quieren pasar a la siguiente etapa de su carrera, ya no se van a poder conformar con lo de antes, van a tener que jugar con el corazón y hacerlo bien, no como Ebrard el día que nos salió con su boda.

Ilustración: Mario Fuantos

Qué bueno que Marcelo Ebrard se casó hace poco para que tenga quién lo consuele cuando pierda las próximas elecciones presidenciales si no es que la candidatura oficial por parte de su partido.

Marcelo es un hombre con una visión muy interesante y con un futuro luminoso, pero no precisamente en Los Pinos. Se está moviendo mal, muy mal, y a las pruebas me remito.

¿Qué pasó el día de su boda? Si no es por el trabajo de Alberto Tavira, el periodista que sacó la nota, igual y ni nos hubiéramos enterado del dato o nos hubiéramos enterado varios días después.

¿A usted no se le hace esto imperdonable? A mí se me hace terrible, de un hombre que no sabe compartir sus emociones, de una persona que igual y está escondiendo algo. No es lo normal.

En política, como en cualquier actividad que tenga que ver con trabajar para otros, no hay diferencia entre lo público y lo privado.

¿Por qué? No, no es porque nos guste el chisme, es porque lo privado siempre, indiscutiblemente, marca lo público.

No es lo mismo un gobernante que sostiene una relación estable con una mujer a la que le ha sido fiel desde el día en que la conoció a un posible candidato a la Presidencia de la República que a cada rato se casa y se divorcia.

Aunque la mujer sea una zorra o una santa, en estos pequeños detalles se esconden las claves de la percepción.

¿Usted cree que en Culiacán conocen a Marcelo Ebrard? ¿Usted supone que al electorado de Tampico le interesa conocerlo? ¡Por supuesto que no!

Ahí es donde lo privado se vuelve fundamental, donde el periodismo del corazón adquiere una importancia que no hemos querido reconocerle.

Por eso todo el mundo ubica a Enrique Peña Nieto, por eso los señores de Durango lo conocen, por eso las señoras de San Cristóbal de las Casas sienten algo por él.

Porque si no saben nada de su vida, obra y aportaciones políticas, al menos están enterados de que está casado con la actriz Angélica Rivera, vieron las fotos del noviazgo y le dieron seguimiento a la ceremonia en la que se casó.

Enrique ha sido un hombre transparente. Nada qué esconder. Todo por compartir y ese todo, le guste a quien le guste y le moleste a quien le moleste, es bello, estable, proyecta certeza y está lleno de valores.

Para cuando Marcelo Ebrard quiera darse a conocer a gran escala, ya habrá sido demasiado tarde. Además de que más de un elector jamás le va a perdonar la grosería de no haber avisado ni siquiera del día en que se iba a casar.

Sí, por ahí vimos la foto de cuando anunció su noviazgo, pero esto, en lugar de hablar a su favor, ahora habla en su contra.

¿Cómo es posible que sí haya estado de acuerdo en notificarle a la gente que andaba con Rosalinda Bueso y no de los detalles de su boda?

¿Qué significa esto? ¿Que primero sí estuvo de acuerdo y luego se arrepintió, que jamás aprobó esa publicación, pero que
alguien lo obligó a aparecer en ella o que todo, incluso la resistencia a publicitar la boda, fue parte de un plan para hacer ruido y, de paso, para marcar un contraste con figuras como Peña Nieto?

Pues haya sido lo que haya sido, al final a todos nos quedó un pésimo sabor de boca.

Las cosas no se hacen así, las compartes con tiempo con la opinión pública, le das a la gente la oportunidad de vivir ese momento a tu lado, de felicitarte.

Y esto no tiene que ver con que se trate de un político o de una figura pública. Es por la más elemental educación.

¿Qué es lo primero que a usted le viene a la mente cuando se entera de que alguien se va a casar de un día para otro, en lo oscurito y con una novia a la que acaba de conocer?

¡Pues que hay gato encerrado! A lo mejor no se casa, lo casan. A lo mejor la chava está embarazada, a lo mejor es por negocio, a lo mejor y el bebé no es ni de él.

Imagínese lo que no podemos concluir cuando ese alguien es un personaje como Marcelo Ebrard.

Y qué triste porque igual y el señor está perdidamente enamorado, doña Rosalinda es un encanto y esto es lo más honesto que pudieron haber hecho para concretar su amor.

En resumen, si nuestros políticos quieren pasar a la siguiente etapa de su carrera, ya no se van a poder conformar con lo que se conformaban antes, van a tener que jugar con el corazón, y van a tener que jugar bien, no como Marcelo Ebrard el día que nos salió con su boda. ¿O usted qué opina?

¡Atrévase a opinar!

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