miércoles, 30 de noviembre de 2011

Las manoplas de Enrique Krauze-- HÉCTOR PALACIO

@NietzscheAristo
mié 30 nov 2011
Le ha entrado a Krauze desde hace un año un arranque cristiano alrevesado no obstante ser judío. O quizá el espíritu judío le dé para interpretar de manera inversa a esa variante del judaísmo que es el cristianismo. En vez de aceptar bofetadas en reparación del daño, procura asestar moquetes en la segunda mejilla del agraviado. Pretende hermanarse con quienes primero ha atacado arteramente, ofreciéndoles la mano, y luego, ya que se la se tienden o amagan con ello, en un descuido, les da otra cachetada. Se le ha vuelto maña. Como en una típica escena del marrullero de la lucha libre; un rudo luchador de Luchas Libres. Quienes tienen el poder le son prácticamente intocables, pero, ¿a quiénes no ha dejado de embestir?

A Carlos Fuentes; acusándolo cuando menos de niño gringo sin identidad, exiliado dos veces, cuando en gringolandia de México y al revés, una India María de las letras.

A Andrés Manuel López Obrador; quien es su “peligro para México” tropical (sectario, el historiador profesional).



A intelectuales afines a López Obrador; Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis como ejemplo.



Al sector de la “familia cultural mexicana” que no esté de su lado; es decir, la mayoría.



A los académicos de la UNAM; los acusa de endogámicos.



A la izquierda militante; la incrimina de dogmática e intolerante



A Carlos Salinas; lo tilda de intelectual orgánico del PRI, a posteriori.



¡Al internet!; lo acusa de cloaca (¿cómo va a hacerle para cachetear al twitter?).



Etcétera…



Como el Rinoceronte del Bestiario de Juan José Arreola, Krauze embiste y se regodea en su fuerza; contrariamente al otro animal, él si da en el blanco, precisamente por su poder dimanado del poder.



Ahora, a raíz de la calumnia a La Jornada por parte de un protegido suyo en Letras Libres y la absurda sentencia de la llamada Suprema Corte de Justicia de la Nación a favor de su revista, dice querer dar la vuelta a la página y tiende la mano. Pero ya conocemos el truco del tramposo para no perder la máscara: mira con ojos turbios, torcidos, camina en círculos buscando domeñar al adversario, tiende la mano compungido y, de pronto, ¡zas!, lanza puños, bofetadas y patadas, aplica llaves peliagudas por la espalda, una quebradora de improviso, intenta subirse a una cuerda sin lograrlo, pega de mordidas y arañazos, empuña sucias manoplas de acero reluciente, saca corcholatas herrumbradas , escupe nuevos infundios y calumnias (léase el artículo “La mano tendida” de Luis Hernández Navarro).



Y ya en el colmo de los colmos, midiendo el terreno, sopesando las perspectivas cristianas, recurre al amor y le pide ahora ayuda al buen cristiano López Obrador, el personaje más calumniado por el rudo luchador de Luchas Libres y su equipo. Le solicita realice una función de réferi entre él y el periódico ejerciendo su ascendiente moral para “desterrar el odio del periodismo de La Jornada”. Como si el diario recibiera línea del candidato presidencial. Vaya agravio por partida doble, al político y al periódico. ¿En qué fantasía vive este señor ingeniero, empresario y escritor? Vaya perversidad, porque de ninguna manera puede ser buena voluntad y mucho menos ingenuidad.



En fin, esperemos, eso es lo que le emociona, la próxima fecha de entuertos del rudo luchador de Luchas Libres

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