Por más de 70 años los priístas han traficado con la pobreza y la ignorancia que la mayoría de los mexicanos padece. Esos dinosaurios que de alguna forma aún habitan la Residencia oficial de los Pinos, han sacado provecho de la situación tan terrible que ellos mismos provocaron.
Como dice Andrés Manuel, tienen la fórmula perfecta, el truquito muy ensayado: primero empobrecen a la población y después, a la hora de las campañas electorales, reparten migajas a cambio del voto. Les ha funcionado muy bien, y lo peor es que sus mañas continúan dando asquerosos frutos como el de Michoacán y Estado de México.
El PRI se ha venido frotando las manos desde hace algunos meses pensando en ocupar también el gobierno capitalino. Ha sacado ventaja de algunos errores que se han cometido en la actual gestión para anunciar su supuesto regreso al Antiguo Palacio del Ayuntamiento. Aún así les tengo malas noticias a los tricolores. La Ciudad de México se cuece aparte.
El Distrito Federal a diferencia del resto de la República ha sufrido la suerte de ser el centro, la capital de uno de los países con más desigualdad en el mundo. Durante muchos años el Distrito Federal ha sido la tabla flotante que sirvió de salvavidas a miles de mexicanos que huyeron del desastre en el campo cuando las políticas neoliberales arrebataron a los campesinos la oportunidad de ganarse la vida.
Sobrepoblación, absurda centralización y uno de los terremotos más letales en la historia hicieron que los capitalinos formáramos una capa gruesa sobre la piel. Nos obligaron a sobrevivir a base de unión y trabajo en equipo. No tenemos aire puro y bosques verdes, pero tenemos el poder de la información.
Aquí en la Ciudad de México se leen más periódicos y más libros que en el resto del país. Sabemos quiénes son los que intentan gobernar y de qué pie cojean. Basta con subirse a un taxi para obtener el resumen y análisis de las noticias del día.
Nuestras carencias aunque graves no son iguales a las de los estados que nos rodean. No tenemos mucho tiempo para ver la televisión y vivimos en constante conexión. Nuestras ventajas son muchas, por eso el retrógrada PRI no tiene cabida en nuestras urnas.
Y aunque los dinosaurios no tienen la mínima oportunidad de acampar en nuestro territorio, existe la posibilidad de perder las elecciones y no es con el PRI o con el PAN. La derecha está infiltrada entre nuestros colores. Debemos estar alertas.
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